Un joven que
acababa de graduarse de la Universidad consiguió una posición laboral con muy
buen sueldo. Trabajaba mucho, observaba
a los demás y aprendía de ellos. Amaba a
su esposa y su familia aumentaba. Pero
muy pronto comenzó a quitarle tiempo a la familia para dedicárselo al
trabajo. Era un joven brillante y
ambicioso, ansiaba subir por la escalera de la corporación y llegar al
éxito. En pocos años había logrado
llegar a un puesto alto en la compañía.
De pronto, muchas personas empezaron a pedirle consejo
profesional y favores, a este hombre tan exitoso. Los compañeros de trabajo lo adulaban, los
clientes lo buscaban, y las amigas de la oficina coqueteaban con él. El joven, ansioso por complacer y abrumado
por la repentina atención, no se daba cuenta de lo que le estaba pasando. Usó su poder sin sabiduría y cometió algunos
errores financieros. Descuidó a su
familia y dejó que en su corazón echaran raíces las semillas de la
insatisfacción. Desde su perspectiva, en
su jardín no crecía más que maleza.
En un momento de debilidad y juicio erróneo, el joven
ejecutivo cayó. Cedió a la tentación, a
perjuicio de su familia. Dejó su
trabajo, y lo peor fue que perdió su integridad. Sus amigos quisieron ayudarlo a restaurarse,
pero se alejó de ellos. Su familia
estaba dispuesta a perdonarlo, pero el hombre no podía perdonarse a sí
mismo. Murió unos años después,
alcohólico y destituido.
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¿Alguna vez te has sentido como si no has sido una
persona responsable en tu hogar?
Hay quienes viven una vida pasajera, dejando hijos por
todos lados, sin ninguna preocupación, y sin ninguna responsabilidad. De igual
manera hay quienes tienen su esposa, pero a la misma vez, tienen sus varias
amantes a escondidas. También existen los que sus empleos son mucho más
importantes que la familia que Dios les dio. En fin, a gente que prefieren
mejor apartarse de sus responsabilidades, antes que enfrentarse a ellas.
A menos que nosotros no hayamos tomado el camino que
quisimos, el cual mayormente es el camino equivocado, Dios nos pone en el
camino que más nos conviene, el cual ha de ser de bendición para nosotros, si
nosotros marchamos como debemos.
En nuestro vivir tenemos 3 cosas muy importante en la
vida, y cada una de ellas tiene su lugar. Estas tres cosas son: Dios, la
familia, y lo demás (iglesia, trabajo, responsabilidades, la demás familia,
etc.).
Fíjense que Dios mismo nos enseñó a nosotros lo que
era lo más primordial. En el libro de Deuteronomio
6:4-5 dijo: “Oye, Israel: Jehová
nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a
Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
Por tal razón lo puso como el primer mandamiento, para enseñarnos que él es lo
primordial (Ex.20 / Deu. 5).
En el libro de Lucas
10:27 nos muestra otra enseñanza. Cuando Jesucristo le preguntó a aquél
interprete de la ley, referente a que dice la ley acerca de cómo heredar la
vida eterna, el hombre respondiendo, dijo: “Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas,
y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” Dando a entender que
para Dios lo más importante es él y luego el prójimo. Pero, para los padres de
familia, el prójimo principal son los que viven con ellos; su conyugue y sus
hijos.
En el libro a los colosenses podemos ver un mandato
completo para los miembros de la familia. Dice en Colosenses 3:18-21 18Casadas, estad sujetas a
vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos
con ellas. 20Hijos,
obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. 21Padres, no exasperéis a
vuestros hijos, para que no se desalienten.
Dios siempre nos da lo que puede ser de bendición para
nuestras vidas. Nos da una familia, un empleo, hasta los amigos que podamos
contar con ellos. Nuestro trabajo es no alejar de nuestra vida a nuestros seres
queridos. No darles la espalda a los nuestros por nada del mundo. Y más que
todo, no ofender a Dios con nuestros hechos. Seamos agradecidos con Dios en
todo y por todo lo que nos ha dado. Y seamos fieles y justos con los nuestros.
Tal vez el césped de al lado lo veas más verde, pero
créeme, el del lado ve al tuyo mejor que el de él. Agradece a Dios por el
verdor del césped tuyo.
Job 4:8 Los que aran
iniquidad y siembran injuria, lo siegan.
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