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Mostrando las entradas de noviembre, 2014

Cuando La Vida Nos Presenta su Cuenta

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Se cuenta de un abogado que vivió en Escocia que, en una ocasión, alquiló un caballo de un hombre pobre y tanto abusó del animal que éste murió. El hombre pobre insistió en que el abogado pagara por su caballo. El abogado no negó su responsabilidad y le dijo al hombre pobre que estaba dispuesto a pagar. - Pero - le dijo - en este momento estoy algo escaso de dinero y agradecería si me permitiera aplazar el pago . El pobre labrador, que era un hombre muy comprensivo, no tuvo inconveniente en dar al abogado un poco de tiempo para cumplir con su compromiso. Ante la insistencia del abogado de no poder pagar en tiempo muy cercano, el labrador le respondió que simplemente fijara él la fecha.

Diez Sanados y Uno Agradecido

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Esta historia es sacada de la biblia, del libro de Lucas, capitulo 17, versículos del 11 al 19. Dice que yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!

La Carreta

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Un día salió Juanito a caminar con su padre. Después de un rato caminando y hablando el padre se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio le preguntó a Juanito: - Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más? Juanito agudizó sus oídos por algunos segundos para poner atención a algún sonido, y más luego respondió: Estoy escuchando el ruido de una carreta. - Eso es -dijo su padre-. Es una carreta vacía.

¡Para alguien sí tiene sentido!

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Un niño de siete años a primera hora de la mañana corrió hacia la playa y vio que estaba repleta de estrellas de mar. La marea de la noche las había botado en la arena. De manera que este niño comenzó a tomar estrellas de mar, correr hasta el agua para arrojarlas tan lejos como pudiera. No pasó mucho tiempo cuando se le acercó un anciano y le preguntó:  – ¿Hijo, pero qué haces?

Androcles y el León

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Un esclavo llamado Androcles tuvo la oportunidad de escapar un día y corrió hacia la foresta. Y mientras caminaba sin rumbo llegó a donde yacía un león, que gimiendo le suplicó: “Por favor te ruego que me ayudes, pues tropecé con un espino y una púa se me enterró en la garra y me tiene sangrando y adolorido”.