Cuidado a quien dices tus secretos

Esta historia es muy conocida. Se encuentra en la biblia, en el libro de Jueces, capítulos del 13 al 16.
Por mandato de Dios, una mujer, quien era estéril, recibió una noticia de parte de Dios. Le dijo el Ángel de Jehová: - He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos. Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.

Y así nació Sansón, y puesto que Dios estaba con él, la fortaleza física era mucho mayor que la de cualquier otro hombre. Ya cuando adulto, aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila. Y vinieron a ella los príncipes de los filisteos, y le dijeron: - Engáñale e infórmate en qué consiste su gran fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos y lo dominemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata.
Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser dominado.
Le respondió Sansón: Si me ataren con siete mimbres verdes que aún no estén enjutos, entonces me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres.
Y los príncipes de los filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aún no estaban enjutos, y ella le ató con ellos.
Y ella tenía hombres en acecho en el aposento. Entonces ella le dijo: ¡Sansón, los filisteos contra ti! Y él rompió los mimbres, como se rompe una cuerda de estopa cuando toca el fuego; y no se supo el secreto de su fuerza.
Entonces Dalila dijo a Sansón: He aquí tú me has engañado, y me has dicho mentiras; descúbreme, pues, ahora, te ruego, cómo podrás ser atado.
Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma se angustió, y le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres.
Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó su cabeza, y su fuerza se apartó de él.
Dalila le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.
Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel.
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¿Cuántas veces has revelado algún secreto y luego te arrepentiste de haberlo contado?
A mucha gente se le olvida que su mejor amigo tiene otro mejor amigo, y ese tiene otro mejor amigo, y por tal razón tenemos que ser muy cautelosos en el momento de decir o revelarle algún secreto a alguien. Pues no sabemos hasta donde puede llegar ese secreto. Si, hay gente en la que se puede confiar, pero hay que tener mucho cuidado, porque no todos guardan en su corazón el sentir de los demás.
Por eso, mi consejo sería que, si no tienes una persona fiel a quien acudir con cualquier asunto que te agobie, ve al Señor, porque él no le revela tus secretos a nadie. Al contrario, se lo reserva y te ayuda en tu problema. Te dirige los pasos, y dirige tu camino.
No quiero decirles que no confien en nadie, sería injusto, porque yo conozco gente de confianza, que saben reservar cualquier secreto, así como yo mismo he guardado secretos de alguna gente, que ni mi esposa se ha enterado. Lo que les quiero decir es que se aseguren de que la persona a quien han tomado por confianza sea una persona leal, fiel, y que tenga un corazón lleno del temor de Dios, lo cual ayudará a mantener su secreto.
Mucha gente prefiere ir a un psicólogo, antes de ir a alguna persona espiritual que le pueda escuchar y ayudar. La diferencia es que el psicólogo le cobrará por escucharlo, en tipo de confidencialidad, pero, si lo entrevistan contará su historia sin mencionar su nombre.
Confía en el Señor. Tu secreto será guardado en el tesoro de su corazón.

Salmo 37:5-6 Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía.

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