Entre los días del 12 al 29 diciembre de 2019
detectaron unos casos de neumonía en Wuhan, China. Se había prolongado un
virus, el cual era desconocido. Descubrieron que tenía los síntomas de un grupo
de virus llamado “Los Coronavirus”, el cual es un gran grupo de virus muy comunes
entre los animales. Pero este virus tenía algo diferente. En este caso, este
virus afecta a las personas, generalmente con los síntomas de secreción nasal,
dolor de garganta, tos, dolor de cabeza, y tal vez una fiebre que puede durar por
varios días, por lo cual, la Organización Mundial de la Salud (OMS, en inglés
WHO - World Health Organization) le puso el nombre de “2019-nCoV”. Era
un virus diferente y peligroso que se procreaba muy rápido entre los humanos.
Ya para el 9 de enero de 2020, la Comisión de Salud Municipal
de Wuhan anunció la primera muerte provocada por el coronavirus. Un hombre de
61 años, expuesto al virus en el mercado de mariscos, falleció después de una
insuficiencia respiratoria a raíz una neumonía severa.
Debido al crecimiento y desarrollo de este virus, y el
aumento en las muertes por causa de este virus, China comparte la secuencia
genética del coronavirus para que los países desarrollen kits de diagnóstico. Estados
Unidos responde al brote implementando exámenes de detección de síntomas en los
aeropuertos de San Francisco, Nueva York y Los Ángeles. Rápidamente se anuncia
que negarán la entrada a los extranjeros que han viajado a China.
Para el mes de febrero, la OMS le da el nombre de COVID-19
a este coronavirus. Las muertes por este virus siguieron aumentando. Para el
mes de marzo, aumentó un pánico de tal manera que comenzaron a cancelar vuelos,
cruceros, parques de recreación, desfiles, festivales, deportes, comenzaron a
cerrar escuelas, colegios, universidades, e iglesias. Las compañias de trabajos comenzaron a enviar a sus empleados a sus casas, y muchos de ellos continuarían trabajando desde sus casas. Todo lugar que estuviera gran cantidad de
gente tenía que ser cerrado para evitar que este virus siguiera aumentando su
capacidad.
El mundo entero entró en un pánico por un virus invisible que
sigue volando por los aires.
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¿Has entrado en pánico alguna vez por una amenaza que
pueda causar daño a tu vida?
Todo esto es de preocuparse. Es una epidemia que ya
fue catalogada como una pandemia, ya que ahora es universal. Puesto que no se
puede ver, no sabemos cuándo nos puede tocar. Muchos piensan que porque son
cristianos no tienen que preocuparse, pero están muy equivocados. Como
cristianos, no nos asustamos, no nos escandalizamos, pero nos preocupamos de
cuidarnos y cuidar a los nuestros. Nos preocupamos de que tengamos los
artículos y comida necesaria en nuestro hogar, por si hay un paro nacional
donde aún las tiendas y supermercados tengan que cerrar.
No nos
podemos olvidar que somos hechos de carne y hueso. Sí, el Señor nos cuida, nos
protege, pero cuando él permite un pánico o tragedia para alguna nación él da
el aviso para que nosotros nos cuidemos. Eso no significa que no tenemos fe,
sino, que obedecemos cuando vemos que suceden las cosas, y no vemos la mano de
Dios obrando. Las iglesias han estado orando, y clamando, pero parece como que
el Señor está en silencio, no se siente su mano obrar, ha permitido que las iglesias
sean cerradas; tanto católicas como evangélicas. Parece como si el Señor hubiese
abandonado a su pueblo; eso significa que algo mayor puede suceder.
Hay cosas
que yo no las entiendo, y tal vez usted tampoco las entienda. No entiendo por
qué en medio de las tragedias o caos que nos rodea, se puede notar que la gente
se preocupa de manera exagerada, y se preparan para lo que venga. Cuando
escuchan que viene un huracán o cualquier catástrofe, en este caso, cuando
escuchan de un peligroso virus, vacian las tiendas, corren por todos lados para
estar seguros de que nada les va a faltar; pero cuando escuchan que Cristo
viene a buscar a su pueblo, que después de eso viene una gran tribulación de terremotos
y destrucciones en este mundo, no se preparan de la forma debida. No se
prepararan espiritualmente para ser rescatado de la peor tragedia que le va a
ocurrir a la humanidad. Este virus es nada comparado a lo que va a suceder
pronto. Sin embargo, la gente, con este virus, se preocupan más por el papel de
baño que de Dios.
El mundo está en pánico, lleno de preocupaciones, y lo
peor de todo es que el peligro es transparente, no lo podemos ver, y eso aumenta
la preocupación. Dice en Romanos 8:22 “Porque sabemos que toda la
creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”. Todo
esto es principios de dolores. Hay que estar preparados, buscando al
Señor, pero no por miedo, porque ese corazón no es agradable a Dios, sino por
amor, porque reconoces que lo necesitamos en nuestras vidas, porque sabemos que
solo él nos podrá librar de los grandes juicios que él tiene preparado para
este mundo.
El que esté preparado, agarrado del Señor, no tiene por
qué temer. Solo obedezca a su anuncio, obedezca las autoridades, y confíe que
Dios está con nosotros.
Isaías 41:13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te
dice: No temas, yo te ayudo.
Salmos 23:4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque
tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Salmos 34:4 Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores.
Romanos 8:15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre!
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