La Actitud lo Cambia Todo
Se cuenta que cierto hermano falleció y fue al cielo. Allí el portero le dio la bienvenida y le invitó a que pasase. Pero el recién llegado tenía una petición; explicó:
- Oiga, señor, quiero entrar, pero siempre he oído hablar del infierno, y
me gustaría primero saber cómo es ese lugar. ¿Sería posible visitarlo?
- ¡Cómo no! - fue la respuesta, y en seguida el visitante se encontró
en el lugar de tormento.
Grande fue su sorpresa al ver allí una mesa interminable cargada con toda clase de frutas y ricos manjares; pero la gente tenía caras largas y se veía raquítica, hambrienta y sin ánimo. Él preguntó a uno de ellos: - Con tanto que comer a la vista, ¿por qué no comen?
- ¡Ah! -replicó el otro tristemente- es que estamos obligados a usar palitos chinos de un metro de largo y
así no alcanzamos nuestras bocas para comer.
Pensando que eso de veras era
muy triste, el visitante pidió regresar al cielo. Al entrar allí, se asombró al
ver una mesa interminable cargada con toda clase de frutas y ricos manjares; y
toda la gente se veía risueña, robusta y activa. Muy perplejo, le preguntó a
uno:
- Y ¿con qué comen ustedes esas cosas?
- Con palitos chinos de un metro de largo - fue la grata respuesta
del interrogado.
- Pero ¿cómo pueden con ellos alcanzar sus bocas?
- No podemos -explicó el otro-, pero
¡nos damos de comer los unos a los otros!
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¿Cuántas veces te has sentido
como si no pudieras hacer algo porque no tienes una mano que te ayude?
Hay gente que son muy
serviciales, siempre dispuesto a dar la mano y ayudar en lo que sea. Ellos
ayudan, aunque no sepan lo que van a hacer, solo tienes que decirle y ellos lo
hacen. Por otro lado, hay quienes, por más tiempo libre que tengan, siempre buscan
una excusa para no ayudar en nada. Ellos son los que más ayuda piden, pero
cuando se les pide a ellos nunca pueden. Y es que, el ayudar, el hacer el bien
a otra persona, y el ser servicial es algo que se lleva dentro. Es el espíritu
que Dios le pone a los que lo buscan. Dice la palabra en Filipenses 2:13 “Porque Dios
es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad.” Eso es algo que el Señor ponen en nosotros, porque él quiere que
seamos así. Muchos pueden ayudar, pero no lo hacen. Muchos quieren ayudar, pero
no pueden.
Te pregunto, ¿Eres de los que
ayuda o de los que prefieren que lo ayuden?
Hay gente que se les olvida
que la vida no se crea en una microonda, donde todo vine rápido y sin
preocupación. Ellos piensan que se lo merecen todo, y rápido; sin tener que
depender de nadie, y sin ser de ayuda para nadie. Pero se olvidan de que el
cuerpo solo aguanta par de años y se llegará el tiempo que la vida se les irá
rápido, pero su andar se tornará lento, que la necesidad vendrá ligera, pero la
ayuda tardará en venir. Es por tal razón que tenemos que pensar en los nuestros
y en los que nos rodean, porque no sabemos cuándo seremos de ayuda para ellos,
y cuando ellos serán de ayuda para nosotros.
Hay veces que el enojo en la
gente impide que la paz que debería estar entre ellos sea interrumpida. Se
enojan por tonterías que se pudieron resolver hablando, y si algo le sucediese
a uno de los dos, solo vemos lagrimas de hipocresías. Porque, aunque el dolor
sea real, es hipocresía el sufrir por una persona en su muerte, la cual,
mientras estaba en vida, no querías arreglar los desacuerdos y ponerte en paz
con esa persona. Por tanto, si no querías ponerte en paz, no digas que la
extraña ahora, y que te duele su partida. Por eso nos dice la palabra en Colosenses
3:13 “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno
tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también
hacedlo vosotros”. Para que la paz y la amistad pueda volver, y así ser de
ayuda el uno para el otro.
El Señor quiere preparar un
pueblo que le adore y le ame, pero que también ame a su prójimo. Jesucristo
mismo nos lo enseño en palabra, enseñanzas, y ejemplos; él dijo en Marcos 12:30-31
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro
mandamiento mayor que éstos.”
El Señor mismo conoce nuestra
necesidad de ser ayudados en muchas cosas; mucho más si se trata en lo
espiritual. Él mismo brinda la ayuda para los que la necesitan. En el libro de Isaías 41:6-7, vemos la unión de un
pueblo, y el ánimo que se daba cada uno de ellos. Dice en esos versículos: “Cada cual ayudó a su vecino, y a su hermano
dijo: Esfuérzate. El carpintero animó al platero, y el que alisaba con martillo
al que batía en el yunque, diciendo: Buena está la soldadura; y lo afirmó con
clavos, para que no se moviese”. Es hermoso ante los ojos de Dios ver que
cada uno se ayuda uno al otro. En medio de ese trabajo, el Señor le envía un
mensaje a Jacob, y le dice en el versículo
10: “No temas, porque yo estoy
contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. El Señor
reconoce que necesitamos de él en medio de las luchas. Él sabe que es mejor
luchar acompañado que luchar solo.
Así como trabaja el cuerpo, el
cual es uno solo, pero necesita varios miembros para poder moverse (1 Corintios 12:12-30), así el Señor
quiere que su pueblo trabaje. En estos tiempos difíciles que nos ha tocado
vivir, el Señor quiere que su pueblo se una, no solo en oración, sino en
brindándose la ayuda del uno al otro. Ese es el pueblo que el Señor quiere
llevarse para su reino. Un pueblo unido y en Paz.
Seamos mejores familiares,
amigos, vecinos, y congregación. Que nadie busque su propio bien, si no el del
otro; como dice en 1 Corintios 10:24. Sigamos la paz con todos y la
santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14), y te darás
cuenta que vivir la vida que Dios nos dio, es grande y maravillosa, preparada
para su venida.
1 Tesalonicenses 5:11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos
unos a otros, así como lo hacéis.
Gálatas 6:2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid
así la ley de Cristo.
Gálatas 6:10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien
a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
Hebreos 10:24-25 Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel día se acerca.
Eclesiastés 4:9-10 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor
paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero,
¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
Hebreos 12:14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin
la cual nadie verá al Señor.
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