Supieron
que el nuevo bebe iba a ser una niña, y día y noche, Michael le cantaba a su
hermanita en el vientre de su madre. Él estaba encariñándose con su hermanita
aún antes de conocerla. El embarazo de Karen progresó normalmente. Al tiempo
empezó su labor de parto, pero una complicación se presentó de repente y Karen
tuvo horas de labor de parto. Finalmente, después de muchas horas de lucha, la
hermanita
de Michael nació, pero en muy
malas condiciones. La llevaron inmediatamente en una ambulancia a la Unidad de
Cuidados Intensivos, sección neonatal del Hospital St. Mary, en Knoxville,
Tennessee.
Los
días pasaron y la niña empeoraba. Los médicos tuvieron que decirle a los padres
las terribles palabras, “Hay muy pocas esperanzas, prepárense para lo peor”.
Karen
y su esposo contactaron al cementerio local para apartar un lugar para su
hijita. Sin embargo, Michael, les rogaba a sus padres que le dejaran ver a su
hermanita “Quiero cantarle”, decía una y otra vez, pero le explicaban que no se
permitía la entrada de niños a Terapia Intensiva.
De
pronto Karen se decidió, llevaría a Michael a ver a su hermanita, la dejaran o
no. Si no veía a su hermanita en ese momento, tal vez no la vería viva nunca.
Karen
lo llevo a Terapia Intensiva, pero la jefa de enfermeras se dio cuenta de que
era un niño y se enfureció… “Saquen a ese niño de aquí ahora mismo. No se
admiten niños aquí.”
Karen,
mirando la enfermera, con firmeza le dijo: “Él no se va hasta que le cante a su
hermanita” y levanto a Michael y lo llevo a la cama de su hermanita.
Tan
pronto Michael la vio comenzó a cantarle: “Eres mi luz del sol, mi única luz, tú
me haces feliz cuando el cielo es gris….” (Conocida canción en inglés “You are
my sunshine”).
Instantáneamente,
la bebe pareció responder al estímulo de la voz de Michael, su pulso se empezó
a volver normal. “Sigue cantando, Michael”, le pedía desesperadamente su mamá
con lágrimas en los ojos. Al tiempo que Michael cantaba a su hermana, ella se
movía y su respiración se volvía tan suave como la de un gatito cuando lo
acarician.
“Sigue
cantando Michael”… ahora era la voz de la enfermera gruñona, que con lágrimas
en los ojos, no dejaba de pedirle al niño que continuara. Y Michael seguía
cantando.
Al
día siguiente la niña estaba en perfectas condiciones para irse a casa.
La
revista “Woman’s Day” lo llamo “El Milagro de la canción del Hermano”. Los
doctores le llamaron simplemente un milagro. Karen le llamo “El Milagro del
amor de Dios”.
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Hay
veces que perdemos la fe y la esperanza de ver a algún familiar recuperarse de
algo mortal. Pedimos a Dios, pero pedimos sin creer que un milagro podría
ocurrir. De esa forma no podemos ver lo que deseamos.
Dios
espera a que nuestro corazón se decida si va a creer en él o no, para él poder
hacer la obra. Él no puede obrar mientras nuestro corazón se encuentre
encerrado en la desesperación o en la preocupación. Nuestro Padre celestial
desea trabajar en los que confían en él, pero si nuestra fe mengua, significa
que no creemos que él pueda obrar.
Esta
historia, la cual tuve que editar para acortarla un poco, es de la vida real. Talvez
el niño no sabía lo que era tener fe. Talvez ni siquiera sabía lo que, en
verdad, estaba pasando. Pero él sabía algo,
que tan pronto él cantara, su hermanita se alegraría.
Por
eso, cuando nosotros abrimos nuestro corazón con fe, nuestro Dios se alegra, y
hace el milagro que deseamos.
Solo
confía en él cuando estés en las pruebas, él hará lo que tú no puedes hacer.
Mateo 19:26 Y mirándolos Jesús, les dijo:
Para los hombres esto es imposible; más para Dios todo es posible.
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