Al Rojo Vivo

Cierto día un joven estaba en el taller de un herrero, y este se mofaba del muchacho diciéndole:

– ¿Qué es eso de que Dios está dentro de ustedes y ustedes dentro de Dios? ¿A quién quieren hacer creer eso, farsantes?

El joven quedó mudo, sin respuesta.

Mientras tanto el herrero seguía con su trabajo con la fragua, de repente sacó un hierro incandescente, al rojo vivo de tanto fuego. Entonces, el muchacho le dice al herrero:

– Señor, ¿Me puede decir (refiriéndose al hierro caliente) si el fuego está dentro del hierro o el hierro dentro del fuego?

El herrero pensó y le respondió:
– Bueno, aquí los dos están uno dentro del otro.

A lo que el joven replicó:
– Así somos nosotros con Dios.

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¿Cuántas veces te has sentido que tienes deseos de cantar, o escribir, o bailar, o predicar, o cualquier otra cosa? Te levantas de madrugada y dices, “tengo ganas de irme de viaje o irme a un parque”, “tengo ganas de irme a un club esta noche para bailar hasta el otro día”. Y comienzas a buscar la forma de que lo que tu sientes se haga realidad.

Esa es de la misma manera que uno se siente cuando uno tiene al Señor dentro de uno. Te levantas con deseos de escuchar cánticos de alabanzas, comienzas a cantarle al Señor, llegan a tu mente predicaciones o reflexiones inspiradas por el espíritu, y todo eso es porque dentro de ti se encuentra el Espíritu Santo de Dios; cuando Cristo entra en ti.
¿Y cómo se sabe cuando uno está dentro del Señor? Cuando comienzas a vivir lo que está escrito en la palabra de Dios (la biblia). Por ejemplo; cuando una persona entra a un club de baile, la persona comienza a vivir el ambiente que se encuentra en ese lugar; se goza con la música que escucha, comienza a saludar a las personas, aunque no las conozca, solo porque está en un ambiente de jolgorio y fiesta. Pero, como está dentro de ese lugar, entonces lo que se encuentra ahí entra en ellos; la música, la bebida, el baile, y comienza a bailar, y a tomar, porque está dentro del lugar y lo que hay en ese lugar entra en ellos.

Lo mismo pasa con los que entran al Señor. Comienzan escuchando la palabra, y a vivir lo que dice la palabra. Se van gozando en ella, y comienzan a alabar,  y a levantar sus manos, porque se encuentran en un lugar lleno de alabanzas y adoración, lleno de paz y gozo, y por eso se dejan llevar por lo que hay dentro de ese lugar, en este caso, del Señor. Y por cuanto están dentro del gozo del Señor, entonces el Señor entra en ellos con danzas, hablar de lenguas, gozo del espíritu, y todo lo que el Señor te puede dar. Y eso solo lo recibimos, si entramos de lleno en el Señor.
Nosotros vivimos y recibimos de acuerdo a lo que buscamos y cómo lo buscamos. El Señor quiere bendecirnos, quiere darnos los más grandes privilegios que el ser humano pueda recibir en cuanto a la obra de Dios. Pero si buscamos lo que nos ofrece el mundo y sus placeres, en vez de buscar del Señor y sus beneficios, Dios no puede premiarnos con el gozo de la salvación, ni la vida eterna.

Busca de Dios para que él entre en ti, y te llene de bendiciones. Lo que él da, no lo podrás conseguir en un club o en algún  parque de diversión. Solo en Cristo podrás encontrar la paz y el gozo que tú siempre has buscado. Ábrele tu corazón, para que él pueda entrar en ti.
Apoc. 3:20  He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

1 Juan 4:4  Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.

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