La Cáscara de Huevo
¡Te odio, Alicia!, le gritó Tom. Más
nunca vuelvas a entrar a mi cuarto. Eres una ladrona.
¡Eh!, ¿qué dices?, gritó el abuelo, que venía por el pasillo. ¿De qué se trata toda esta gritería?
Tom dice que yo le robé sus tijeras, pero yo no lo
hice, gritó Alicia
desde su habitación. ¡Él es un mentiroso
y también es mejor que no vaya a entrar en mi habitación!, terminó de decir
Alicia y cerró la puerta de un tirón.
Con un suspiro, el
abuelo miró a su alrededor. No pasó mucho tiempo antes de que él descubriera
las tijeras de Tom sobre la mesa del pasillo. Ambos niños, muy enojados,
insistieron en que el otro las había dejado allí.
¡Silencio!, ordenó el abuelo. Les hizo señas de que les siguieran
y se dirigió hacia la cocina, donde puso un huevo y una taza vacía sobre la
mesa.
Alicia, rompe este huevo y échalo en la taza, le dijo el abuelo. Los niños se preguntaban dónde se
dirigía el abuelo con todo esto, pero Alicia obedeció.
Ahora, tú, pon el huevo de regreso dentro de la
cáscara. Por favor, en la misma forma en que estaba antes, le dijo el abuelo a Tom.
Tom frunció el
ceño. ¿Qué quieres decir?, le
preguntó. Esto es imposible abuelo. Tú no
puedes arreglar un huevo roto.
¿Igual que Humpty Dumpty, no?, dijo el abuelo con una risita. Entonces se puso
serio. El punto es que hay otra cosa como
Humpty Dumpty, algo que NO puede ser arreglado fácilmente. Estoy pensando en
los sentimientos. Niños, ustedes se dijeron cosas feas entre sí. Recoger las
palabras es algo tan imposible como componer un huevo.
Ambos niños se
sintieron mal. Nunca se les olvide lo
dañinas que pueden ser las palabras, les advirtió el abuelo. Dios dice que la lengua es como un fuego que
no puede ser apagado. Así es el gran daño que pueden hacer las palabras. Aun
cuando dices que lo sientes, esto no hace que se desaparezcan.
Lo siento, le dijo Tom a su hermana.
Sí,… bueno,… yo también, contestó Alicia. Puedes
entrar en mi habitación, si lo deseas.
*******
¿Piensas antes de
decir las cosas, o dices las cosas antes de pensarlas?
Hay gente que
cuando se molestan por algo dicen lo primero que tienen en su mente y así mismo
lo sueltan por su boca. No les importa si hieren u ofenden a alguien. Ellos
dicen lo que quieren a quien quieren, cuando quieren y sin importarle donde. Si
uno les pregunta ¿Por qué dijiste eso? Ellos contestan, “porque yo soy así”.
En verdad, la
gente no es así. La gente no nació así. La gente QUIERE ser así.
Cuando nacimos,
nacimos con la paz y el amor que Dios pone en nosotros desde el vientre de nuestras
madres. Es por eso que cuando alguien nace mira a quien tenga de frente y
comienza a amar a esa persona sin importarle el color, el peso, ni la hermosura.
Luego, todo eso, o va cambiando, o va aumentando; depende de la enseñanza que
reciban en su desarrollo. Si les enseñan a ser prejuiciosos, lo serán, si les
enseñan a criticar a todo el mundo, a juzgar, a gritar, a hablar palabras
soeces, y hacer todo lo que le desagrada
a Dios, eso mismo harán, porque fue lo que aprendieron.
Ahora…este es mi
punto.
Yo entiendo que mucha
gente aprende a hacer cosas negativas, y por eso repiten ese patrón; eso es
entendible. Pero, también entiendo que cada año esa persona va aprendiendo y
entendiendo que así no se le agrada a Dios ni a nadie. Por lo tanto, esa
persona, ya adulta, sabe cómo debe hablar y expresarse, y no es momento de
tener la mente de niño pensando que así fue como lo criaron.
Cuando tú hieres a
alguien con tu boca afecta el corazón de la otra persona. Talvez con una
disculpa logres que esa herida sane, pero se queda la cicatriz. Y lo peor de
todo es que con el tiempo esa cicatriz puede volver abrirse; porque aún sigue
registrada en la mente. Por eso controla tu lengua cuando le hables a tus seres
queridos o amistades, o cuando hables de ellos.
Si Dios nos dio la
mente para pensar y el corazón para sentir fue para que pensáramos en él y lo tuviéramos
en nuestros corazones. Pídele a Dios que controle tu lengua antes de que digas
alguna palabra que hiera. Ponlo en tu corazón, porque así saldrá de tu boca una
palabra que agrada al Señor y no una ofensa. (Lucas 6:45)
Efesios 4:29 No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino sólo la que sea
buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia
a los que escuchan.
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