Cómo empiezan las guerras

Un niño preguntó a su papá: 
-Papá, ¿cómo empiezan las guerras?

El padre, por no decir que no lo sabía, contestó: -Bueno, pues… verás. Tomemos como ejemplo la Primera Guerra Mundial. Todo empezó porque Alemania invadió Bélgica.
Aquí le interrumpió su esposa:
-Di la verdad. Empezó porque alguien mató a un príncipe.

El padre, con aire de superioridad, gritó:
-Bueno, aquí, ¿quién contesta la pregunta, tú o yo?

La esposa se lo quedó mirando y con aires de reina ofendida, salió dando un portazo que hizo temblar los cristales de toda la casa. Siguió un silencio embarazoso, después de lo cual el padre reanudó el relato. 
Pero el muchacho le cortó, diciendo: 
-No te molestes, papá; ahora ya sé cómo empiezan las guerras.

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¿Has tenido alguna guerra últimamente?

Estuve analizando para encontrar cuales serían los factores principales para comenzar una guerra. Yo no voy a hablar acerca de las guerras entre las naciones, porque esas son fáciles de descifrar, más bien hablaré de las guerras humanas, personales y entre parejas.

He podido notar que las guerras se componen de dos grandes factores, aunque en diferentes categorías; dos personas, dos razones, y dos tipos.

Dos personas: Tú y la otra persona.

No se puede comenzar una guerra con una sola persona. Si alguien está guerreando solo se le puede catalogar de loco. En mi pueblo decían que “se necesitan dos para pelear”. Y eso es muy cierto. Hacen falta dos partes con diferentes tipos de pensamientos para comenzar una guerra. 

Dos razones: alguien dijo algo, o alguien hizo algo.

Las guerras o las peleas no comienzan de la nada. Alguien tuvo que haber dicho algo ofensivo o hizo algo ofensivo hacia la otra persona para poder comenzar una guerra. Dice en el libro de Santiago 3:5De igual forma, también la lengua, siendo un pequeño miembro, se jacta de sí misma.  Así también un poco de fuego incendia grandes bosques”. Porque con nuestras bocas podemos comenzar una gran batalla.

Hay gente que tienen por costumbre decir “yo soy tan fea como tan franca”, y por eso sueltan su lengua para decir lo que les plazca, sin darse cuenta que están ofendiendo la otra persona. Por eso dice en Santiago 3:2Porque todos nosotros ofendemos en muchas formas, y todo el que no ofende con lo que habla, éste es hombre maduro, que puede sujetar también todo su cuerpo”. Tenemos que controlar nuestra lengua, aunque sea necesario para defendernos. Hay veces que el tratar de defendernos nos trae más problemas, o expande mas una discusión. Por eso, es mejor callar y dejar que Dios se encargue de aclarar las cosas, antes que nosotros la empeoremos. ¿Se ha dado cuenta que avece cuando usted calla, la otra persona deja de discutir? Eso no quiere decir que usted es una persona tonta, al contrario, quiere decir que usted es guiado por un espíritu de paz, el cual es dirigido por Dios mismo.

No solamente el hablar comienza una guerra, también el hacer. Avece hacemos algo, sin darnos cuenta que estamos ofendiendo a otra persona. Es como cuando hay dos personas hablando, y de repente alguien se presenta a la conversación, sin invitarlo. La persona no dice nada, pero está ahí, y eso trae molestia a los que talvez estaban hablando algo en secreto. Luego alguien utiliza su lengua de mal manera diciendo “¿Quién te invitó?”, y ahí comienzan una guerra. Por eso, velemos de que nuestros actos no sean de molestia para otros.

Dos tipos: La guerra personal, y la guerra espiritual.

No todas las batallas son personales, también las tenemos espirituales. Esas se forman dentro de nuestro cerebro; en nuestros pensamientos. Batallamos con alguna decisión o con algún pensamiento negativo que nos puede llevar a alguna guerra. Esas son las batallas que pueden destruir al ser humano por dentro. Esas batallas vienen por parte del enemigo de las almas. Dice la palabra en Efesios 6:10-11Por lo demás, hermanos míos, fortalézcanse en nuestro Señor y en la grandeza de su poder, y vístanse de toda la armadura de Dios, para que sean capaces de estar firmes ante las estratagemas del Adversario;”

Por lo tanto, hermanos y amigos que leen esta reflexión; no permitan que su boca o sus actos los lleven a una guerra. Mantengan la paz en sus hogares, con su conyugue, hijos, y el resto de la familia. Dios se agrada de los hogares llenos de la paz del Señor, porque ahí vive su espíritu.

No pienses que el quedarte callado es cosa de cobarde, al contrario, es cosa de gente inteligente que confía en Dios y busca la paz de Dios para su hogar y para los suyos.


Colosenses 3:13-14 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. 

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