Cómo empiezan las guerras
Un niño
preguntó a su papá:
-Papá, ¿cómo empiezan las guerras?
El padre,
por no decir que no lo sabía, contestó: -Bueno,
pues… verás. Tomemos como ejemplo la Primera Guerra Mundial. Todo empezó porque
Alemania invadió Bélgica.
Aquí le
interrumpió su esposa:
-Di la
verdad. Empezó porque alguien mató a un príncipe.
El padre,
con aire de superioridad, gritó:
-Bueno,
aquí, ¿quién contesta la pregunta, tú o yo?
La esposa
se lo quedó mirando y con aires de reina ofendida, salió dando un portazo que
hizo temblar los cristales de toda la casa. Siguió un silencio embarazoso,
después de lo cual el padre reanudó el relato.
Pero el muchacho le cortó,
diciendo:
-No te
molestes, papá; ahora ya sé cómo empiezan las guerras.
*******
¿Has tenido
alguna guerra últimamente?
Estuve
analizando para encontrar cuales serían los factores principales para comenzar
una guerra. Yo no voy a hablar acerca de las guerras entre las naciones, porque
esas son fáciles de descifrar, más bien hablaré de las guerras humanas,
personales y entre parejas.
He podido
notar que las guerras se componen de dos grandes factores, aunque en diferentes
categorías; dos personas, dos razones, y dos tipos.
Dos personas: Tú y la otra persona.
No se puede
comenzar una guerra con una sola persona. Si alguien está guerreando solo se le
puede catalogar de loco. En mi pueblo decían que “se necesitan dos para
pelear”. Y eso es muy cierto. Hacen falta dos partes con diferentes tipos de
pensamientos para comenzar una guerra.
Dos razones: alguien dijo algo, o alguien hizo algo.
Las guerras
o las peleas no comienzan de la nada. Alguien tuvo que haber dicho algo
ofensivo o hizo algo ofensivo hacia la otra persona para poder comenzar una
guerra. Dice en el libro de Santiago 3:5
“De igual forma, también la lengua,
siendo un pequeño miembro, se jacta de sí misma. Así también un poco de fuego incendia grandes
bosques”. Porque con nuestras bocas podemos comenzar una gran batalla.
Hay gente
que tienen por costumbre decir “yo soy tan fea como tan franca”, y por eso
sueltan su lengua para decir lo que les plazca, sin darse cuenta que están ofendiendo
la otra persona. Por eso dice en Santiago
3:2 “Porque todos nosotros ofendemos
en muchas formas, y todo el que no ofende con lo que habla, éste es hombre maduro,
que puede sujetar también todo su cuerpo”. Tenemos que controlar nuestra
lengua, aunque sea necesario para defendernos. Hay veces que el tratar de
defendernos nos trae más problemas, o expande mas una discusión. Por eso, es
mejor callar y dejar que Dios se encargue de aclarar las cosas, antes que
nosotros la empeoremos. ¿Se ha dado cuenta que avece cuando usted calla, la
otra persona deja de discutir? Eso no quiere decir que usted es una persona tonta,
al contrario, quiere decir que usted es guiado por un espíritu de paz, el cual
es dirigido por Dios mismo.
No
solamente el hablar comienza una guerra, también el hacer. Avece hacemos algo,
sin darnos cuenta que estamos ofendiendo a otra persona. Es como cuando hay dos
personas hablando, y de repente alguien se presenta a la conversación, sin
invitarlo. La persona no dice nada, pero está ahí, y eso trae molestia a los
que talvez estaban hablando algo en secreto. Luego alguien utiliza su lengua de
mal manera diciendo “¿Quién te invitó?”, y ahí comienzan una guerra. Por eso,
velemos de que nuestros actos no sean de molestia para otros.
Dos tipos: La guerra personal, y la guerra espiritual.
No todas
las batallas son personales, también las tenemos espirituales. Esas se forman
dentro de nuestro cerebro; en nuestros pensamientos. Batallamos con alguna
decisión o con algún pensamiento negativo que nos puede llevar a alguna guerra.
Esas son las batallas que pueden destruir al ser humano por dentro. Esas
batallas vienen por parte del enemigo de las almas. Dice la palabra en Efesios 6:10-11 “Por lo demás, hermanos míos, fortalézcanse en nuestro Señor y en la
grandeza de su poder, y vístanse de toda la armadura de Dios, para que sean
capaces de estar firmes ante las estratagemas del Adversario;”
Por lo
tanto, hermanos y amigos que leen esta reflexión; no permitan que su boca o sus
actos los lleven a una guerra. Mantengan la paz en sus hogares, con su
conyugue, hijos, y el resto de la familia. Dios se agrada de los hogares llenos
de la paz del Señor, porque ahí vive su espíritu.
No pienses
que el quedarte callado es cosa de cobarde, al contrario, es cosa de gente
inteligente que confía en Dios y busca la paz de Dios para su hogar y para los
suyos.
Colosenses 3:13-14 soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.
De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas
estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
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