El Moriviví
En
Puerto Rico crece una pequeña planta delicada cuyo nombre es Moriviví. En otros
lugares se le conoce como “Mimosa Sensitiva,” y en otros “la planta Zombie,” miembro
de la familia de la planta “Mimosa.”
Su
nombre se debe a un movimiento que hace cuando algo, incluso un cambio en el
viento, la roza o atraviesa. Esta planta
por lo general está muy pegada a la tierra.
A menos que la estés observando directamente, no podrás distinguirla de
la hierba o la maleza del área y puede ser aplastada con facilidad debajo de
nuestros pies.
Cuando
el sol se levanta, el diminuto Moriviví se abre tan amplio como le es posible.
Esta minúscula y plegable planta, tiene un mecanismo inherente que causa que se
doble con facilidad y se recoja, resguardándose de cualquier cosa que pueda
causarle daño. Sin embargo, el Moriviví no puede distinguir entre un segador de
césped que viene hacia ella para cortarla, o el hombre que se acerca para
protegerla. Es por eso que una de las mejores características de esta planta es
que cuando alguien o algo extraño la toca, ella se protege, cerrando sus hojas,
y luego cuando ya el peligro ha pasado ella vuelve a su normalidad.
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¿Te
has visto en algún peligro personal o espiritual últimamente?
Hablar
de esta planta, el moriviví, es motivo de admiración e imitación. En nuestra
vida diaria nos enfrentamos a situaciones o a personas que no sabemos quiénes
son, de donde vienen, ni cuáles son sus propósitos o intensiones que tienen
para con nosotros, y eso debe ser motivo para nosotros protegernos de cualquier
artimaña que el enemigo esté tramando con esas personas. Por eso la palabra de
Dios nos advierte referente a eso; en 1Pedro
5:8 nos dice: “Sed sobrios, y velad;
porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar.”
Tenemos
que saber que cuando el enemigo ataca a la vida personal de alguien, eso
también puede afectar la vida espiritual de esa persona. Por eso es que, no
solamente debemos de estar pendiente a esas maquinaciones, sino que, debemos de
orar por nosotros y por los demás para que el Señor nos proteja de tales
ataques. Dice la palabra en Efesios 6:18
“orando en todo tiempo con toda oración y
súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por
todos los santos.”
¿De qué cosas nos debemos cuidar?
Debemos
cuidarnos de amistades que nos llevan a los vicios, a los malos hábitos de
traicionar a nuestro conyugue, al pecado de la carne, y todo mal que ofende a
Dios. Hay amistades que para todo te dicen “eso no es nada,” “nadie se va a
enterar,” esas son palabras claves para que te protejas del mal que viene; cierra
tus hojas y clama a Dios, para que no caigas en ninguna tentación. Porque no
solo le harás daño a tu cuerpo, sino también a tu espíritu, y los que te rodean
llenos de amor. No olvides que tu familia también se afecta en gran manera
cuando permites que el mal entre a ti. Tienes que cerrar tus hojas por tu bien
y el de ellos.
Debemos
cuidarnos de las ofertas que te trae el mundo, las cuales te pueden llevar a la
perdición, y a apartarte de la iglesia. Como dice la palabra en Proverbios 16:25 “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de
muerte.” No te dejes llevar por cualquier oferta, aunque se vea muy buena;
puede ser una trampa del enemigo para apartarte de las cosas del Señor. Tienes
que protegerte de esas cosas. Hay quienes por un empleo pierden la salvación.
Ellos saben que el horario no les conviene, porque no podrían asistir a la
iglesia, pero lo cogen de todos modos, sin orar a Dios por algo mejor que no le
afecte su vida espiritual, y su salvación.
Seamos
como el Moriviví. Mantengamos nuestros ojos abiertos, tanto los carnales, como
los espirituales. Así, como el Moriviví, que finge estar muerto cuando el mal
le acecha, así mismo, nosotros debemos morir para el mal que se nos acerca.
Como el Moriviví, no permitamos que ningún mal entre en nosotros.
Dios
está dispuesto a protegernos y no permitir que nada nos pase. Nosotros debemos
de abrir los ojos para que velemos en todo tiempo.
Romanos 6:11 Así también vosotros consideraos muertos al
pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Lucas 21:34 Mirad también por vosotros mismos, que
vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta
vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
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