Cuando Le Damos a Dios de Corazón

Esta historia es de la vida real. Este fue un hombre que es recordado siempre y conocido en todas partes a nivel mundial por lo que hizo.

Hace muchos años un joven, llamado William, de 16 años fue forzado abandonar su casa por la pobreza que abundaba en su casa. Así que puso todo lo que le pertenecía en una bolsa y empezó su viaje hacia Nueva York con el deseo de realizar su sueño de comenzar una empresa de jabones para la salud personal.

Para el año 1806 tomó un barco rumbo a Nueva York. El capitán del barco escuchó de su sueño, y le aconsejó que no se olvidara de darle a Dios, de lo que Dios le dé. Y que no olvidara que todo lo que reciba venia de parte de Dios.

Este joven del campo llegó a la gran ciudad, vio que era  difícil encontrar un empleo estable. Recordando las últimas palabras de su madre, igual como el buen consejo del capitán del barco, este joven dedicó su vida a Dios.

Un día, durante un aguacero, entró a una iglesia, y oyó que un predicador narraba la historia de Jacob, y cómo Dios bendijo a Jacob después de la promesa que Jacob hizo a Dios de diezmar por todo lo que recibiera: Génesis 28:20-22

Entonces William determinó entregar a su creador un diezmo de cada dólar que ganara.

Así que, cuando ganó su primer dólar, el joven dedicó sus primeros diez centavos al Señor. Esto continuó haciéndolo fielmente. Y los dólares empezaron a entrar. Fue cuando este próspero hombre de negocios giró unas instrucciones a su contador de abrir una cuenta a nombre de “Jesús” y acreditarle una décima parte de todos sus ingresos. Y su negocio empezó a crecer milagrosamente.

Entonces el Joven empezó a dedicar el doble (dos décimas de sus ingresos), luego tres décimas partes, luego cuatro décimas, hasta llegar a cinco décimas. Parecía que sus ventas incrementaban proporcionalmente exactamente conforme al porcentaje de sus ingresos que estaba regresando al Señor. Según la historia, en un momento dado de su vida, entregó el 90% como diezmo.

Su nombre, William Colgate. Fundador de la mundialmente reconocida empresa de productos de cuidado personales (Colgate). Hoy día es “Colgate-Palmolive”.

Lo que cambio su vida, no fue la cantidad que daba, sino la disposición que hubo en su corazón de darle a Dios, de lo que Dios le había dado a él.

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¿Cuántas veces te has sentado a pensar, y analizar, en cuanto a las bendiciones que Dios te ha dado?

La gente piensa que ser bendecidos es tener el banco lleno de dinero. Lamentablemente, ese es el tema que predican en muchas iglesias. Ya no predican a Cristo, sino prosperidad. Por eso es que muchos no buscan a Dios de corazón, sino más bien lo buscan por conveniencia, para ser bendecidos, y no para bendecirlo.

Hoy día muchos predican de que con Cristo tendrán lo que necesitan, y luego, la gente que supuestamente le entrega el corazón a Cristo, no ven ningún cambio en su forma de vida, o talvez ven un cambio para una vida de más necesidad, y terminan apartándose del Señor. Y todo esto ocurre porque hay gente irresponsable que en vez de predicar del amor de Cristo y de la salvación, predican prosperidad para sus vidas.

Dios quiere que seamos prosperados, pero esa prosperidad no tiene que ser de dinero. Podemos ser prosperados en bendiciones; familia sana, casa, carro, empleo, comida, etc. Nuestro trabajo es actuar con amor a Dios y ser agradecidos por todo lo que nos da.

Las iglesias, no importando denominación, se destruyen porque no hay quien les predique de la importancia del diezmar. Eso es una gran bendición para el creyente. Hay que saber darle a Dios de todo corazón, sin esperar algo a cambio. Si Dios tiene el control de tu vida, ¿De qué tienes que temer? Pon todos tus esfuerzos en las manos del Señor, y verás tu recompensa.

Malaquías 3:10  Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.

Marcos 12:14-17Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de él.

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