La Discusión entre el Padre y la Hija
Un padre, quien es un conservador, y su hija, discutían
acaloradamente sobre política. Ella, joven y soñadora, recrimina a su padre que
sea tan facho, y le da un discurso sobre la igualdad de las personas, el
comunismo, y sus bondades. No se ponen de acuerdo, y la niña se va a su cuarto
a estudiar porque al día siguiente tiene un examen.
El día después, la niña llega a su casa con la nota de
su examen; un 7 de 10. Su padre le felicita:
- Muy bien hija, ¿Estás contenta?
- Sí y no.
- ¿Y eso, por qué?
- Pues estoy contenta porque he sacado un 7, pero a mi
mejor amiga le han puesto un 3. Yo no soy tan egoísta como tú, papá, y me
preocupa lo que les pasa a los demás.
- Me parece muy bien. Mañana ve a hablar con el
profesor para que te baje dos puntos de la nota y se los das a tu amiga, así
las dos tendrán un 5 y estarán contentas las dos.
- De ninguna manera.
- ¿Por qué no?
- Porque yo me he esforzado muchísimo en estudiar para
conseguir esa nota, sin salir con mis amigos, estudiando hasta la madrugada, y
ella ha salido todos los fines de semana de fiesta y me ha dicho que solamente
leyó el temario por encima.
- Entonces enhorabuena: Ya sabes lo que significa ser
conservador.
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¿Cuántas veces has tenido que tomar decisiones, que
tal vez no te agradan, pero a la misma vez quieres actuar de manera justificada?
Verdaderamente, hay gente quiere ser mejor que Dios;
quieren ser tan buenas y tan buenas, que terminan haciendo el papel de tontas,
por querer tener más misericordia que Dios. Piensan que en la vida todo tiene
que ser de beneficio para los demás, aunque ellos terminen perjudicados,
pensando que de esa manera serán recompensados por el Señor.
No hay nada malo hacer el bien, al contrario, es muy
bueno. Pero cuando ese bien perjudica a uno mismo, entonces no conviene hacerlo;
a menos que Dios no te diga lo contrario. En el libro de 1 Reyes 17, vemos
donde una viuda le da de comer al profeta de Dios, lo único que ella y su hijo
tenían para comer, pero Dios tenía preparada una bendición para ella y su hijo.
Eso es un caso diferente. Pero, aparte de ser por un mandato de Dios, ¿De qué
me vale a mi prestarle $100 a mi vecino, sabiendo que mis hijos no tienen para
comer, y ese dinero lo puedo usar para sus alimentos? ¿Piensan que Dios se
agradaría de eso, de quitarle el pan de la boca de los hijos para dárselo a
otro que talvez vive del cuento y ni siquiera se mueve para progresar en la
vida?
Avece vamos por la calle y encontramos a gente de
ambulante pidiendo dinero; cuando yo los veo y me piden, yo les pregunto ¿para
qué? Si me dicen para comer algo, y estamos cerca de un sitio de comida, yo les
ofrezco comprarles algo. Si no hay un lugar cerca, le doy dinero. Pero, si la
persona me dice que es para otra cosa, y yo puedo notar, o el Señor habla a mi
corazón, que es para vicios, no les doy nada. Nosotros, como cristianos, no
podemos alimentarle los vicios a nadie. Al contrario, nuestro deber es
ayudarlos a que salgan de eso. Dios se va agradar más si no le das, que tu
darle y la persona siga mal. ¿Qué pasaría si por tú querer ser una buena
persona, le das dinero a una persona viciada, y con ese dinero él o ella se meten
una droga que lo lleve a la muerte? Dios te pedirá cuenta.
Nadie le gana a Dios en su misericordia por los demás,
pero, Dios es misericordioso solamente con los que merecen su misericordia. No
porque hagamos alguna cosa para él ya nos merecemos el reino de los cielos. Habrá
muchos que buscarán la misericordia de Dios, y sin embargo, Dios los desechará
de su lado. Jesucristo mismo dijo en Mateo
7:22-23 “Muchos me dirán en aquel
día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé:
Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” Aquí el Señor habla
de aquellos que, pensando ser lo mejor de este mundo, Dios los miraba con
desprecio. Si nos damos cuenta, esa gente, supuestamente, trabajaba para el
Señor, predicando la palabra de Dios por todos lados, pero Dios sabía que no lo
hacían de corazón, sino, para gloriarse a ellos mismos. Muchos dirán que Dios
no es justo, pero aquí vemos cuan justo es, dándole a cada cual según lo que
merece. Hay gente que Dios nos los bendice como él quiere bendecirlos porque
Dios sabe que esa persona va a repartir sus bendiciones a quienes Dios no
quiere darlas.
El Señor quiere bendecirnos, pero quiere hacerlo de
forma justa. De esa misma manera nosotros tenemos que actuar. No podemos
pretender ser más buenos que Dios. Debemos preocuparnos por los demás, pero
mirando bien cual sea la situación. Dejemos que el Señor nos dirija, en su
espíritu, hacia donde él quiera que nos movamos. Que ayudemos y tengamos
misericordia por los demás, pero solo por aquellos que el Señor nos dice que lo
hagamos. Porque no sabemos si hay alguien pasando por el juicio de Dios, y
nosotros estamos interfiriendo en la voluntad del Señor.
Seamos misericordiosos y de bendición para los demás,
y mucho más para los nuestros. Bendigamos a nuestros familiares, a la iglesia y
al pueblo de Dios. Bendigamos a quien verdaderamente lo necesita. Que la
bendición que Dios nos dio para nuestra familia, no se la entreguemos a la
familia del vecino, a menos que así lo indique Dios; entonces seremos
bendecidos por Dios.
Mateo 7:21 No todo el que me dice: Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos.
Mateo 5:7 Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia.
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