La Mamá más Mala del Mundo
Yo tuve la mamá más mala de todo el
mundo. Mientras que los niños no tenían que desayunar, yo tenía que comer
cereal, huevos y pan tostado. Cuando los demás tomaban refrescos gaseosos y
dulces para el almuerzo, yo tenía que comer emparedado. Aun la cena era
diferente que la de los demás. Por lo menos, yo no estaba sufriendo solo; mi
hermana y mis dos hermanos tenían la misma mamá mala.
Mi madre siempre insistía en saber dónde
estábamos. Parecía que estábamos encarcelados. Tenía que saber quiénes eran
nuestros amigos. Insistía en que, si decíamos que íbamos a tardar una hora, solamente
nos tardaríamos una hora o menos, no una hora y un minuto.
Estoy algo avergonzado de admitirlo,
pero ella realmente nos castigó. No una vez, sino cada vez que hacíamos lo que
nos diera la gana. Esa pobre correa se utilizó más en nuestros traseros que en
sostener los pantalones de papá. ¿Puedes imaginarte a alguien realmente golpear
a un niño sólo por desobediente? Ahora Usted puede empezar a ver lo mala que
realmente era.
Teníamos que vestir ropa limpia y a
bañarnos. Mientras los otros niños se ponían la misma ropa por días. Nosotros
alcanzamos el insulto más alto porque ella misma hacia nuestras ropas para
economizar dinero. ¿Por qué? ¿Por qué tuvimos que tener una madre que nos
hiciera sentir diferente a nuestros amigos?
Me da vergüenza admitirlo, pero
hasta tuvo el descaro de romper la ley contra el trabajo de los niños menores.
Hizo que laváramos trastes, tendiéramos camas, y aprendiéramos a cocinar y muchas
cosas igualmente crueles. Creo que se quedaba despierta en la noche pensando en
las cosas que podría obligarnos a hacer. Siempre insistía en que dijéramos la
verdad y solo la verdad.
Para cuando llegamos a la
adolescencia ya fue mas sabia, y nuestras vidas se hicieron aún más miserables,
se volvió posesiva. Nada de eso de tocar bocina para nosotros salir corriendo.
Nos avergonzaba hasta el extremo, obligando a nuestros amigos a que vinieran a
buscarnos a la puerta.
Mi madre fue un completo fracaso.
Ninguno de nosotros ha sido arrestado, divorciado, o golpeado a su conyugue.
Cada uno de mis hermanos ha servido a su patria, y ¿A quién tenemos que culpar
por la forma en que nosotros hemos crecido? Tienen razón, a nuestra mala madre.
Vean de todo lo que nos hemos
perdido. Nunca pudimos participar en una demostración y actos violentos de
protestas, ni en miles de cosas más que hicieron nuestros amigos.
Nos forzó a crecer bajo el temor de
Dios, educados y honestos. Usando esto
como ejemplo, estoy tratando de educar a mis hijos de la misma manera.
Verán, doy gracias a Dios por
haberme dado “La Mamá Más Mala del Mundo”.
- Esto es parte del poema “The Meanest Mother”, escrito por Bobbie Pingaro (1967)
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¿Vale la pena que te llamen como la
mamá más mala del mundo? Creo que vale la pena, porque hoy día a lo bueno le
dicen malo, y a lo malo le dicen bueno.
Es triste ver cómo muchas madres se preocupan por
darle todos a los hijos, sin que ellos sepan lo que es la necesidad, y el ser
pacientes para recibir las cosas. Hay otras que le consienten todo, y les
permiten hacer lo que ellos quieran, sin reprensión ninguna, para luego
lamentarse cuando los ven en la cárcel.
Hay quienes, aun sabiendo como es su
hijo, se enfrentan a la autoridad defendiendo a su hijo de alguna fechoría,
diciendo que su hijo es bueno y el malo es el policía que lo arrestó. A esas
madres sus hijos las encuentran muy buenas porque le permitieron todo lo que
ellos querían.
Pero también hay madres responsables
que se preocupan por el bienestar de la familia. Se preocupan porque sus hijos
tengan lo necesario, ropa, zapatos, comida, educación, y algún antojito para
que sus hijos se sientan contentos.
Hay madres que educan a sus hijos en
el amor y el temor de Dios. Madres que no envían a sus hijos a la iglesia, sino
que, ellas mismas los llevan a la iglesia dándole el ejemplo de lo que es la
necesidad e importancia de llegar al templo y buscar de Dios.
Dios nos ha premiado a muchos de
nosotros con madres extraordinarias, y con esposas que son gran ejemplo de lo
que es ser una madre. Por eso, si la tienes, cuídala, hónrala, y trátala como
la flor más hermosa y delicada, porque se llegará el día que no la podrás tener
a tu lado.
Proverbios 1:8
Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu
madre;
Éxodo 20:12
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que
Jehová tu Dios te da.
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