El Indio y El Conejo

En las heladas regiones de la América del Norte, un indio hacía un caminito por entre la nieve, y además hacía otra cosa con unas ramas de pino. Un amigo que pasaba por el lugar lo vio y le extrañó ver al indio trabajando en ese lugar.
- ¿Qué estás haciendo? —le preguntó el amigo, al indio.
- Una trampa para conejos —respondió el indio.
- Pero ¿dónde está la trampa?


- ¡Ah! —respondió el indio sonriente - La trampa no la pondré sino hasta dentro de dos semanas. Primero arreglo el caminito de modo que los conejos se acostumbren a él. Por ejemplo, hoy por la noche vendrán y tendrán temor de pasar por el caminito; pero mañana se acercarán más, y poco tiempo después uno de ellos lo cruzará, después caminará por él. Pocas noches después se familiarizarán con el camino y lo usarán frecuentemente sin ningún temor. Entonces pondré la trampa en medio, entre las ramas, y después comeré conejo todos los días.
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¿Cuántas cosas o bendiciones has perdido por dejarte llevar por la vanidad y los placeres de la vida?
En nuestro diario vivir podemos ver gente que han perdido a su familia, casa, cosas de valor, hasta su dignidad, por dejarse arrastrar por la tentación y seguir el camino que lo llevaban a la perdición. Hoy día la gente se preocupa tanto por tener dinero, que pierden lo poco que tienen jugando el casino y la lotería, buscando la suerte que nunca alcanzan. Luego, no solo pierden lo poco que tienen, si no, pierden también a su conyugue, su casa, su auto, y luego termina solo en las esquinas de la calle; y todo por buscar una vanidad que hoy tienen y mañana desaparece.
De la misma forma vemos a gente cristiana que, por alguna razón, perdieron la confianza en el Señor y ahora viven perdidos, sin fe, ni esperanza, porque se dejaron arrastrar por las cosas que el enemigo les ponía al frente, y poco a poco fueron alejándose del Señor.
La culpa de todo la tiene el “eso no es nada”. Esa frase es como un escudo de protección para aquel que sabe y reconoce que lo que está haciendo, o lo que va a hacer, no es digno de una persona cristiana, pero busca las formas de protegerse para hacerlo de todos modos. Luego vienen las consecuencias y las lamentaciones, diciendo: "Si le hubiera hecho caso a esa voz interior que me hablaba".
El enemigo de las almas le pone trampas a la gente para poder arrastrarlos. Él comienza poco a poco; tómate esa copita de vino, que eso no te hará ningún daño. Luego, tomate esa cervesita, porque la palabra solamente dice que no se embriaguen. Y así, poco a poco, caen en la trampa, enredados en los vicios del licor. Mas tarde terminan dejando su sueldo en las barras o licorerías, comienzan a ser irresponsables en sus trabajos, y así terminan perdiéndolo todo, por causa del “eso no es nada”.
Así mismo sucede con muchas cosas; comienzan con una probadita del cigarrillo o mariguana, y terminan destruyendo sus pulmones con nicotina, o en el vicio de las drogas. De igual manera muchos comienzan jugando un ticket de la lotería o un ticket de raspar. Luego no pueden parar de seguir gastando su dinero en esos tickets, buscando la suerte, y terminan dejando de comprar lo necesario en su hogar pensando que tal vez ganen más para poder compra más cosas. Y si logran sacarle dinero a cualquiera de los tickets, entra a su mente el deseo de seguir jugando ese dinero para buscar más suerte, y el enemigo los atrapa en el vicio del juego de la suerte.
De igual forma hay jóvenes y adultos que están atrapados y esclavizados al vicio de los video juegos. Ya no oran, no leen la palabra de Dios, ni siquiera tienen las fuerzas para ir al templo de Dios, porque los video juegos los tienen como esclavos de ellos. Se levantan en las mañanas sin fuerzas, y a veces ni se levantan. Están siempre cansados, porque no entiende que esos juegos absorben su cerebro.
En la biblia tenemos como ejemplo al hijo pródigo (Lucas 15:11-32). Vemos como la vanidad y los deseos de seguir los caminos del mundo lo llevaron a perderlo todo. Él estaba bien con su padre, pero pensó que podía estar mejor. Esa misma trampa la pone el enemigo en las mentes de muchos jóvenes para que salgan de sus padres, y luego los lleva a la miseria, y a la necesidad. Más luego, por egoísmo, no quieren pedir ayuda y terminan haciendo lo malo, con tal de saciar su necesidad. Y lo menos que piensan es en buscar de Dios para recibir un auxilio. Todo porque no quisieron ver las trampas que el enemigo les tenía.
El Señor quiere vernos libres, confiando solo en él. Él es el único que puede suplir nuestras necesidades, resolver nuestros problemas, y darnos la paz y calma que el mundo no nos puede dar. Confíate solo en el Señor. No permitas que las cosas del mundo te hagan apartar de Dios. El Señor murió por nosotros para hacernos libres y sacarnos de la esclavitud del pecado. Agárrate de él, y sé libre de toda esclavitud.

Proverbios 14:12 Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.

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