Cada uno en un Riel
En cierta
ocasión unos niños paseaban por el bosque cuando descubrieron una línea de
ferrocarril abandonada. Uno de los niños saltó a uno de los rieles y trató de
caminar por él. Después de unos cuantos pasos, perdió el equilibrio. Otro trató
de hacer lo mismo, y también se cayó. Los demás se rieron.
- Apuesto a que
ustedes tampoco pueden - le dijo a los demás, uno de los que había hecho el
intento.
Uno por uno de los demás niños lo intentaron, pero
todos fallaron. Hasta el mejor deportista del grupo no pudo dar más de una
docena de pasos antes de caer fuera del riel.
Entonces dos niños comenzaron a hablarse al oído y uno
de ellos lanzó el siguiente desafío:
- Yo puedo caminar todo lo que quiera por
el riel, y él también - les dijo, señalando a su compañerito.
- No, tú no
puedes - le dijeron los demás.
- Apuesto un
dulce a cada uno que sí puedo - les respondió. Los demás aceptaron.
Entonces los niños subieron cada uno a un riel,
extendieron un brazo, se tomaron fuertemente de las manos y empezaron a caminar
por toda la vía.
Como individuos no hubieran podido hacerlo, pero
trabajando juntos no les fue difícil alcanzar la victoria.
El poder de la colaboración es la multiplicación.
“Esta historia fue
tomada del libro de Maxwell, J. C. “Las 17 Cualidades Esenciales de un Equipo Jugador”. Thomas Nelson, Inc.”
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¿Cuántas veces te has visto solo, con las manos
atadas, sin saber que hacer, ni con quien contar para alguna ayuda o consejo?
Hay un refrán que el mundo tiene regado por todas
partes, el cual dice “el que solo la hace, solo la paga”. Es cierto, pero eso
es solamente si se hace algo indebido. Mi reflexión en este caso es referente a
cuando estamos en la necesidad de alguien que nos ayude en nuestra necesidad.
Hay gente que le gusta estar sola. Pero luego llega la
enfermedad, y desean la compañía de alguien. Hay gente que le gusta estar
siempre acompañada, pero llega la enfermedad, y desean estar sola, que nadie
los vea así.
Pero fíjense en esto: Cuando Dios creó los animales
los creó en parejas de ambos sexos. De igual manera, cuando Dios creó al hombre
reconoció que no era bueno que el hombre estuviera solo, y le creo su pareja;
una mujer que le fuera como ayuda idónea, para que lo acompañara en todo. El
Señor sabe que en nuestro caminar nos encontraremos en situaciones difíciles y
necesitamos de alguien que nos ayude a aclarar cuál sea la situación, y a
mantenernos de pie. Por eso, cuando el Señor envió a sus discípulos a llevar el
mensaje de la palabra, no los envió solo, los envió por parejas, de esa forma
se ayudaría uno al otro.
Hay gente que después de muchos años de casados
pierden su conyugue, y ya no quieren compartir su vida con nadie más. Hay veces
que es mejor así, pero hay veces que es mejor buscarse otra compañía; no para
borrar cualquier recuerdo del pasado, pero para que sea de compañía en la
soledad, enfermedad, y aún de ayuda para cuando venga la necesidad. Alguien que
te pueda brindar amor y apoyo en todo.
Hay quienes prefieren hacerlo todo solos, sin ninguna
ayuda, y por cuanto, muchas veces, nada les resulta. Terminan angustiados y
desanimados. No quieren seguir luchando porque lo ven todo perdido, y no se dan
cuenta que lo único que necesitan es a alguien que le ayude y le dirija como
lograr lo que están buscando. Hay metas que se logran con la ayuda de alguien. Por
otro lado, hay gente que, por no tener a nadie a su alrededor, no hijos, no
familia, se preguntan ¿Para qué o por quién voy a luchar? Y se dejan morir en
su soledad, sin lograr un sueño en su vida.
En nuestra vida espiritual, también necesitamos de
alguien que nos ayude a llegar a nuestra meta. Por eso Dios envió a su hijo
Jesucristo, para que nos muestre el camino a seguir. Y cuando su hijo se fue de
en medio de nosotros, nos envió al Espíritu Santo para que nos guie y nos
dirija hacia la verdad y la salvación. Tenemos ministros y amigos espirituales
que nos pueden aconsejar y ayudarnos para que no caigamos ni nos cansemos de
las pruebas en el camino. Cuenta con esa gente espiritual que siempre está
dispuesta a ayudar. No te busques el apoyo de cualquiera en la calle. Primero
busca la dirección de Dios, y luego busca una persona espiritual que te pueda
aconsejar.
El Señor nunca nos ha dejado solos desde el principio
de la creación. ¿Por qué empeñarnos en no necesitar de alguien? Busca del
Señor, él te ayudará.
Eclesiastés 4:9-12 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de
su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del
solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos
durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y
si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces
no se rompe pronto.
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