La Tormenta "Controla tu ira"
Carlos había esperado toda la semana por este
día. Él y su mejor amigo Tomás habían
juntado todo tipo de envases para usar como moldes en su castillo de arena; hasta
habían dibujado un plano. Este año,
sabían que podrían ganar el premio por el mejor castillo de arena de su
categoría.
Llegaron temprano a la playa y marcaron su área. Se pusieron a trabajar enseguida. Había niños
de todas las edades construyendo castillos de arena. El de Carlos y Tomás adelantaba rápido y se
veía magnífico.
Carlos acabada de poner el último molde de arena sobre
la torre, cuando un niño que perseguía a otro, muy robusto, pasó
corriendo. Justo cuando el niño grandote
llegó al castillo lo saltó, pero el que lo perseguía no tenía piernas tan largas
y derrumbó una parte grande del castillo.
Y lo peor, ambos rieron mientras se alejaban corriendo. Tomás estaba atónito, pero Carlos estaba
furioso.
- ¡NO…NO…NO! - gritó Carlos -. ¿POR
QUÉ? - entonces tomó el cubo más grande y comenzó a derribar el castillo
mientras gritaba. Echaba arena a todas
partes y en segundos el precioso castillo ya no existía.
- ¡Carlos! -le gritó Tomás-. Lo
podíamos haber arreglado. Tomás se
alejó.
La mamá de Tomás, que los había acompañado a la playa,
se acercó y se juntó junto a Carlos.
- Carlos -le
dijo- cuando permites que tu ira ye
indique qué hacer, nadie gana. Tú, menos
que nadie. Al final, fuiste tú con tu
ira quien destrozó el castillo, y no esos niños.
*Fuente: Libro devocionario de Dios para
muchachos. Editorial Unilit.
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¿Cuántas veces has derrumbado una relación o cualquier
situación por culpa de tu enojo?
Hay gente que sienten que, si no dicen lo que sienten
decir, o hacen lo que sienten hacer, no van a estar tranquilos, y sienten que
son inútiles por no actuar de esa manera. Pero, lo que ellos no piensan es que,
cuando una persona actúa o habla bajo un enojo, dice o hace cosas que mas luego
traen malos resultados, trágicas consecuencias, y con ellos, arrepentimientos
que no logran arreglar el desastre o la herida que sus palabras o actuaciones
dejaron.
¡Cuantos matrimonios destruidos! ¡Cuantos familiares
que no se hablan! ¡Cuanta gente sin empleos! ¡Cuantas vidas perdidas o en el
hospital! Todo eso, porque alguien no tomó control de sus actos y pensamientos,
y decidió tomar la primera decisión que le vino a la mente. Esta clase de enojo
no viene de Dios, ni es provocada por Dios. Por eso, el apóstol Santiago dijo
en el libro de Santiago 1:19-20 “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre
sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del
hombre no obra la justicia de Dios.”
Es de humano enojarse. Mientras vivamos en esta carne
nos enojaremos por muchas razones. Pero el punto no es enojarse, sino, las
acciones al enojarse. Si yo no estoy de acuerdo con algo, o si algo me llevó al
enojo, yo soy el dueño de mis acciones. Muchas veces la ira y el enojo hacen
mucho más daño que lo que causa que la provocó. Si yo sé que mi reacción va a
tener graves consecuencias, entonces ¿por qué decidir por esa reacción en vez
de tranquilizarme y buscar otra solución a mi enojo? ¿Por qué permitir que el
enemigo de las almas se aproveche de la situación y me use para crear una
destrucción? Dice la palabra en el libro de Efesios 4:26-27 “Airaos, pero
no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.”
Un psicólogo dijo que cuando te enojes cuentes hasta
diez para que te puedas calmar. Yo no soy psicólogo, aunque los consejos son
psicológicos, pero te aconsejo que cuando te enojes, apártate de lo que provocó
tu ira, vete, camina, o enciérrate en tu cuarto, pero hazlo con la condición de
hablar con Dios, y pídele que te dé templanza y el cómo resolver la situación
sin que el enemigo se aproveche de aproveche de ella. Veras resultados
positivos, sin consecuencias que te lleven al arrepentimiento.
Dios quiere la paz para con nosotros, por eso nuestro
Señor Jesucristo dijo en Juan 14:27 “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la
doy como el mundo la da.” Eso lo logramos si nos llenamos de su espíritu;
como dice en Gálatas 5:22-23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales
cosas no hay ley.” Controla tu ira.
Proverbios 29:11 El necio da rienda suelta a toda su ira, más el sabio
al fin la sosiega.
Eclesiastés 7:9 No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el
enojo reposa en el seno de los necios.
Proverbios 15:18 El hombre iracundo promueve contiendas; mas el que
tarda en airarse apacigua la rencilla.
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