Uno de los oficiales de una iglesia, fue un día a
hablarle a su Pastor, de parte de la congregación, acerca de sus mensajes
referente al pecado.
Le dijo al pastor:
- Pastor, a
nosotros, los de la congregación, nos gustaría que no hablara usted tanto, ni con
palabras tan precisas, sobre el pecado. Pensamos que si nuestros niños lo oyen
predicar con tanta frecuencia de este asunto, más pronto llegarán a ser
pecadores. ¿Por qué no llamarlo un
"error" o decir, simplemente, que muchas veces los jóvenes son
culpables de mal juicio? Pero, por favor, no hable usted tan abiertamente del
pecado.
El pastor salió y fue a un cuarto. A su regreso vino
con una botella de veneno y se la mostró al visitante. La botella tenía una
etiqueta con unas palabras en letras grandes, rojas, que decían "¡Veneno, No
Toque!"
- ¿Qué quiere
usted que yo haga con esto? - preguntó el ministro- ¿Piensa que sería mejor que quitara esta etiqueta clara y pusiera otra
que dijera: "Esencia de Menta"? ¿No ve usted que cuanto más suavice
el nombre de la etiqueta, más peligroso se hace el veneno? El pecado, el mismo pecado de siempre, es lo
que padecemos hoy día, y nos hará más daño que bien el tratar de disfrazarlo
con una etiqueta atractiva y elegante. No necesitamos una nueva palabra para
expresarlo. Lo que necesitamos es
enterarnos de lo que la palabra que ya tenemos significa.
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¿Te has sentido, alguna vez, confundido por alguna
explicación la cual no le encuentras el sentido?
Mucha gente acostumbra a explicar las cosas o
narrarlas a su manera. A todo le quieren poner el sentido común o la lógica,
sin darse cuenta de que sus opiniones pueden tergiversar cualquier información
verdadera.
La mayor parte de las veces utilizan las mismas
palabras; yo creo, yo pienso, es mi opinión, me parece que si o que no, etc.
Cuando no tienen una defensa para sus argumentos suelen decir cosas como; así
siempre ha sido, esa ha sido la costumbre, no creo que haya que cambiar eso
ahora, total el resultado será el mismo, etc. Y de esa forma quieren convencer
a la gente de que sus pensamientos son los correctos. Pero ¿Qué tal cuando se
habla de algo que está escrito? El papel dice que es así, pero ellos dicen que
eso significa asá. Y así sucesivamente quieren arropar la verdad escrita; con
sus propios criterios y opiniones, sin ninguna base de argumento.
Lo mismo ocurre con la palabra de Dios. La gente
quiere hacer una interpretación de la palabra de la forma que le convenga, y no
como está escrita. La palabra no necesita interpretación, con la excepción de
algunos capítulos del Apocalipsis, pero muchos la quieren suavizar con tal de
no perder feligreses de su iglesia.
La palabra es clara, y lo único que Dios quiere es que
la obedezcamos. Dice la palabra en Santiago
1:22-24 “Pero sed hacedores de la
palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. ¿De
qué nos vale escucharla, leerla y no obedecerla, poniéndole interpretación
personal? A muchos les molesta la palabra, especialmente si lo que dice en ella
los acusa de algún pecado. Lo primero que te dicen es “eso la escribió un
hombre”. Yo les puedo asegurar que si la hubiera escrito un caballo, entonces
yo quedaría un poco en duda. Pero, ya he leído en la palabra que Dios hizo a un
burro hablar, y también dijo que si callamos las piedras hablarían, así que,
también podría hacer un caballo escribir.
En una ocasión, unos discípulos de Cristo comenzaron a
irse porque la palabra de Jesucristo era ofensiva para ellos. Cuando los 12
discípulos se lo dijeron, Jesucristo les dijo a los doce: “¿Quieren irse ustedes también?” (Juan 6:67). Porque Jesucristo no iba a vender ni a cambiar su
palabra para que otros estuvieran contentos.
Ese es el problema hoy día entre muchas iglesias. Han
suavizado tanto la palabra, que ya muchos cristianos parecen mas mundanos que
cristianos, porque se les ha enseñado que Dios solo mira el corazón, que pueden
seguir su vida como la están llevando hasta ahora; imitando al mundo.
El Señor nos ama, y quiere salvarnos, pero tenemos que
ser dirigidos por su palabra para que así vivamos de la forma que el quiere.
Porque ese es el tipo de persona que él quiere llevarse para la Nueva Jerusalén;
gente obediente, llenos de su espíritu.
Hebreos 4:12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más
cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el
espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón.
Lucas 11:28 Y él dijo:
Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.
Salmo 119:9 ¿Con qué
limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
Juan 6:60-61 Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra;
¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban
de esto, les dijo: ¿Esto os ofende?
Jua 6:66-69 Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no
andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también
vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras
de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente.
Salmo 119:105 Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
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