Alegre y Triste
Cuenta una vieja leyenda que tres hombres estaban una vez
cruzando un desierto a caballo durante la noche. Cuando se acercaron a un riachuelo seco
escucharon una voz que les ordenó desmontarse, recoger unas piedras, ponérselas
en los bolsillos, y no mirarlas hasta la mañana siguiente.
A los hombres se les prometió que si obedecían, iban a
estar alegres y tristes a la vez. Luego
de hacer lo que les indicaron, los tres montaron en sus caballos y siguieron su
camino.
Cuando empezaron a salir los primeros rayos de sol, los
hombres se metieron la mano en los bolsillos para sacar las piedras. Para su gran sorpresa, se habían transformado
en diamantes, rubíes y otras gemas preciosas.
Fue entonces cuando se dieron cuenta del significado de la promesa de
que estarían alegres y tristes a la vez.
Estaban alegres por haber escogido la cantidad de piedras que
recogieron, pero tristes, muy tristes, por no haber recogido más.
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¿Cuán fuerte has trabajado para conseguir lo que te has
propuesto? Hay quien al principio se esmera por lograr algo, pero cuando le
toca trabajar por eso, levantarse de madrugada para que le dé el tiempo, y
sacrificar algunas cosas que los mantienen ocupados todo el día, prefiere mejor
dejarlo todo y no terminar lo que con tanto esmero quería lograr.
Las grandes compañías se han fundado por el esfuerzo de
gente que comenzaron con un pensamiento, y luego pusieron todo su empeño para
poder lograrlo. Y no solo para lograrlo, sino también para que fuera próspero
por largo tiempo. Por eso logran tener éxitos en sus organizaciones, porque le
pusieron el esfuerzo para lograrlo.
Cada cual recibe la recompensa merecida de acuerdo a sus
esfuerzos. Por eso hay que ponerle todo el empeño a las cosas que queremos
realizar, pero que no se les olvide que tienen que poner al Señor por delante
de todas esas cosas, para que sean prosperados.
En lo espiritual, ¿Cuánto has hecho para lograr una gran
bendición? ¿Cuánto has hecho para lograr una gran recompensa el día que estemos
frente al trono de Dios?
Dice la palabra en Isaías
40:10 He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he
aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Y más
luego el Señor lo confirma en el libro de
Apocalipsis 22:12 He aquí
yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea
su obra.
Dios quiere premiarnos, él quiere bendecirnos, pero ¿Qué
bendición yo estoy buscando?
¿Cómo yo puedo ser bendecido si el día que me toca darle
culto a mi Dios, visitando su templo, alabándolo, y dándole gloria a su nombre,
yo lo cojo para hacer las cosas de la casa, para irme de tiendas, o para hacer
cualquier otra cosa que podría hacer más luego? ¿Por qué tengo muchas cosas que
hacer en el tiempo de Dios, y cuando estoy en mi casa tengo mucho tiempo para
la televisión o la computadora?
No nos podemos quejar si vemos que todo se nos cae
encima. Procuremos buscar más de Dios, trabajar para su obra, hablarle a las almas
perdidas, para que acumulemos tesoros en el cielo. Todo lo que hagamos en la
tierra, aquí se quedará, pero lo que hagamos para el Señor se quedará en el
cielo, y allí es donde moraremos para siempre disfrutando de nuestra
recompensa.
Dedícale tu tiempo a Dios, entrégale tu corazón, y veras
tu gran recompensa. Recuerda que si trabajas poco, poco resivirás.
Mateo
6:19-21 No os hagáis tesoros en la tierra… sino haceos tesoros en el cielo.
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