Decidir Y Ser Constante
En la pequeña escuelita rural había
una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un chiquito tenía asignada la tarea
de llegar al colegio temprano todos los días para encender el fuego y calentar
el aula antes de que llegaran su maestra y sus compañeros.
Una mañana, llegaron y encontraron
la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente más muerto que vivo
del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo y lo
llevaron urgente al hospital del condado.
En su cama, el niño horriblemente
quemado y semi-inconsciente, oía al médico que hablaba con su madre. Le decía
que seguramente su hijo moriría, que era lo mejor que podía pasar en realidad, pues el fuego había destruido la parte inferior de su cuerpo. Pero el
valiente niño no quería morir. Decidió que sobreviviría. Siempre leía su verso
bíblico favorito; Isaías 40:31.
De alguna manera, para gran sorpresa
del médico, sobrevivió.
Una vez superado el peligro de
muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablando despacito. Dado que el
fuego había dañado en gran sus piernas, quemándole toda la piel, el medico
recomendó emputarle las piernas. Una vez más el valiente niño tomó una
decisión. No sería un inválido.
Finalmente, le dieron de alta.
Todos los días, su madre le
masajeaba las piernas, pero no había sensación en ellas. No obstante, su
determinación de caminar era más fuerte que nunca.
Una mañana soleada, la madre lo
llevó al patio para que tomara aire fresco. Ese día en lugar de quedarse
sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped arrastrando las
piernas. Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su
casa. Con gran esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a
avanzar por el cerco, decidido a caminar. Esto lo hacia todos los días.
Por fin, gracias a las oraciones
fervientes de su madre, y sus masajes diarios, su persistencia, y su resuelta
determinación, desarrolló la capacidad, primero de pararse, luego caminar
tambaleándose y finalmente caminar solo y después correr.
Empezó a ir caminando al colegio, después
corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la universidad,
formó parte del equipo de carrera sobre pista.
Y aun después, en el Madison Square
Garden, este joven que no tenía esperanzas de sobrevivir, que nunca caminaría,
que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven determinado, Glenn Cunningham, llegó a ser el atleta
estadounidense que corrió el kilómetro más veloz el mundo.
*******
¿Qué determinaciones has puesto para
tu vida? ¿Hasta dónde estás dispuesto llegar?
Avece tomamos decisiones en nuestro
corazón, pero solo las llevamos a cabo mientras ese anhelo está ahí, pero
luego, con las preocupaciones y los trabajos diarios que se nos presentan, esos
deseos de lograr lo determinado se esfuma, y terminamos nuestra vida con un
montón de proyectos comenzados, y ninguno terminado.
Dios está dispuesto ayudarnos en
todo lo que nosotros, sus hijos, nos decidamos lograr, y mucho más si nuestro
empeño es para glorificar el nombre del Señor. Pero somos nosotros mismos los
que impedimos lograr lo propuesto.
¿Cómo tuviéramos electricidad si
todo se quedara en una simple corriente por un rayo? ¿Cómo tuviéramos las
computadoras o internet si todo se quedara en una simple idea de conectar al
mundo? Si la humanidad no hubiera luchado por lograr su objetivo, todavía
estuviéramos viendo televisión en blanco y negro, con una antena de gancho de
ropa.
No permitas que nada apague tus
deseos de triunfar. Lucha hasta donde puedas, y Dios te ayudará en lo que no
puedas hacer.
Isaias 40:31 pero
los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las
águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
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