El Saco de Plumas

Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.

Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo: Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?, a lo que el hombre respondió: Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas.

El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo: Ya he terminado, a lo que el sabio contestó: Esa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas.

El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna.

Al volver, el hombre sabio le dijo: Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste.

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¿A quién has humillado, o llevado a una mala reputación por cuenta de tu lengua?

Hay gente que no tiene un control en su boca; cuando están enojados, cuando piensan que tienen la razón, cuando dicen algo que escucharon y lo siguieron regando, y en diferentes formas y razones. Luego que crean el daño quieren tratar de repararlo, pero eso es imposible.

¿De qué te vale tratar de reparar el daño que hiciste, si lo que hiciste ya el viento lo regó por el mundo entero? No hay manera de arreglar nada. Por eso tienes que tener el control de tu lengua.

Esto dice el libro de Santiago 3:5-10 

5  Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!

6  Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.

7  Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana;

8  pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.

9  Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.

10  De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

Fíjense que Santiago dice algo muy cierto en estas escrituras. Él dice que con esta boca alabamos a Dios, somos de bendición para muchos, y sin embargo, maldecimos con ella misma. Luego con esa misma boca queremos arreglarlo todo un “perdóname”, cuando ya nada se puede hacer.

Hoy día no hace falta la lengua, esa fue cambiada por Facebook. Ahora la llama de fuego llega aún más lejos que antes. Y esto no es solo entre los que no tienen al Señor, esto también se encuentra en medio del pueblo que le sirve a Dios.

Hermanos y amigos, tenemos que ser cuidadosos con las cosas que decimos. Miremos bien a quien le podemos hacer mal. Dios no se agrada con el chismoso, ni con el que se agrada hablando mal de alguien. Porque ¿Cómo escuchará Dios el clamor de tu boca estando llena de tanto veneno?

Seamos sabios. Usemos nuestra lengua para alabar a Dios, y ser de bendición para la humanidad. Porque de esas cosas se agrada Dios. Cuídate de no pagar en ti mismo, lo que regaste con tu boca.

Proverbios 18:21  La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.

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