Las olas
Un niño se hizo un
barquito de madera y salió a probarlo en el lago, pero sin darse cuenta, el
barquito impulsado por un ligero viento fue más allá de su alcance.
Apenado corrió a
pedir ayuda a un muchacho mayor, que se hallaba cerca, que le ayudara en su
apuro.
Sin decir nada el
muchacho empezó a levantar piedras y echarlas, al parecer en contra del
barquito; el pequeño pensó que nunca tendría su bote otra vez y que el muchacho
grandote se estaba burlando de él; hasta que se dio cuenta que en vez de tocar
el bote cada piedra iba un poco más allá de este y originaba una pequeña ola
que hacia retroceder el barco hasta la orilla.
Cada piedra estaba
calculada y por último el juguete fue traído al alcance del pequeño niño, que
quedó contento y agradecido con la posesión de su pequeño tesoro.
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¿Has estado en la
posición donde el remedio para tu problema se ve algo confuso o sin sentido?
Porque para nosotros, los humanos, nos es imposible entender las cosas de Dios.
Cuando tenemos una
enfermedad vamos al doctor. Él nos da una medicina, la cual no sabemos que
contiene, nos la tomamos, y luego se nos quita el malestar. Eso es fácil
entenderlo. Pero ¿Qué tal cuando uno está enfermo y alguien viene, pone su mano
sobre nosotros, y con clamar unas palabras de fe al Señor se nos quita el
malestar? Eso suena confuso, porque para la ciencia nada es posible si no se
utiliza sus recursos.
O ¿Qué tal si les
presento el caso ocurrido en la biblia, en Juan 9:6-7? Un hombre ciego va donde
Jesús. El Señor en vez de poner su mano sobre él o declararlo sano, escupió en
la tierra, cogió el lodo y se lo untó a los ojos, y luego el ciego tuvo que ir
al estanque de Siloé para que se lavara y fuera sano. ¿No les está raro esas
cosas?
O ¿Qué tal lo
ocurrido en Marcos 8:22-26? Donde le trajeron un hombre ciego a Jesús, y en vez
de tocarlo, como la gente quería, el Señor se lo llevó fuera de la aldea y
escupió en sus ojos, y luego le puso la mano encima hasta que el hombre viera
claro.
Hay soluciones que no
tienen sentidos para el hombre, pero para Dios es lo más común, o simple. Dios
hace como él quiera.
Hay quienes sienten
que están perdiendo lo más valioso que tienen, su casa, auto, terreno, empleo,
o lo que sea de más valor para ellos. Y no entienden que, si le eres fiel al Señor,
nuestra fe y confianza quedan en sus manos. Tenemos que entender que para los
que están en el Señor todas las cosas nos suceden por algún propósito.
¿Por qué
desesperarnos por algo que solamente tiene un valor aquí en la tierra, pero
nada de valor en el cielo? No es como si nos fuéramos a llevar nuestras cosas
de valor el día que partamos de esta tierra.
Dios quiere que
pongamos nuestra confianza en él. Que no vivamos como los que no tienen
esperanza, ni fe, sino más bien como los que creen y confían en él. Él vela por
nosotros y por nuestras necesidades; ¿De qué tenemos que preocuparnos?
Solamente confía en él.
Salmos 13:5 Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se
regocijará en tu salvación.
Salmos 16:9 Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi
carne también reposará confiadamente;
Salmos 18:2 El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador; mi
Dios, mi roca en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi
altura inexpugnable.
Salmos 28:7 El Señor es mi fortaleza y mi escudo; en El confió mi
corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le
alabaré.
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