En los tiempos de las grandes haciendas ganaderas, se ataba a veces un
pequeño burro a un caballo salvaje.
Ambos eran entonces soltados juntos hacia el desierto. Corcoveando
furiosamente, el caballo salvaje tiroteaba y sacudía al pequeño burro,
arrastrándolo como una bolsa de patatas.
Sin embargo, ambos regresaban algunos días después. Primero aparecía el
pequeño burro, trotando de regreso hacia la hacienda, con el sumiso corcel a
rastras.
En algún lugar del desierto, el caballo quedó exhausto al tratar de
liberarse del burro. En ese momento, el burro se convirtió en el amo de los
dos. El lento, paciente e insignificante animal se convirtió en el líder del
otro más rápido, más veleidoso y más apreciado.
La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce.
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¿Cuántas veces le has pedido al Señor que te de paciencia?
La paciencia es algo que se ha perdido en muchos seres humanos. La gente
es impaciente para todo, y por esa misma razón avece no logran sus objetivos,
solo por no tener paciencia. ¿Cuán grande es tu paciencia? Vamos a ponerla a
prueba.
Dime si eres paciente en estas situaciones:
- Te fracturaste un brazo y el doctor te indica que guardes reposo por tres
semanas con un yeso…
- Llegas a una cita con tu médico, pasan quince minutos y no te han llamado
todavía…
- Quieres, desesperadamente, aprender a hablar inglés, pero solo llevas dos
semanas de clase…
- Vas al cuarto de tus hijos todos los días y siempre está regado y estás a
punto de gritar…
- Tienes una hambre inmensa, entras a un lugar de comida rápida y hay una larga
fila antes de ti…
- Te molestan los problemas de tu familia y quieres hacer algo para
resolverlos…
- Un compañero que te cae mal te ofende y te propone pelar a golpes…
- Falta una semana para navidad y ya quieres el regalo que sabes que vas a
recibir…
- Quieres que te pongan a predicar, pero llevas solo un mes convertido…
- Quieres irte a evangelizar, pero apenas estás conociendo la biblia…
La impaciencia de mucha gente impide que puedan
logra el éxito que podrían tener si tuvieran la paciencia que deberían tener.
Son muchos los que no han logrado llegar hasta donde podían llegar, solo porque
quisieron acelerar el paso, sin darle tiempo al tiempo para que las cosas
salgan como debían ser.
Dice la palabra en el libro de Job 6:11 ¿Cuál es mi fuerza para esperar aún? ¿Y cuál
mi fin para que tenga aún paciencia? Tenemos que tener paciencia para todo;
para conseguir un buen empleo, para hacer una gran obra teatral, para tener tu
propio negocio, para ser usado por el Señor para su obra, para salir a predicar
o cantar. Para todo hay que tener paciencia, porque se necesita pasar por un
proceso, y mientras se pasa por ese proceso se va obteniendo experiencia, y con
esa experiencia puedes enseñarle a otros para que entiendan que si tú has
tenido éxito en algo es porque has sabido tener paciencia en el transcurso del
tiempo.
La gente quiere tenerlo todo al estilo micro-onda;
al instante, rápido, sin esperar mucho. Pero la vida de los que esperan en el
Señor tiene que ser paciente para que pueda entender y aprender mientras va por
el camino que el Señor lo ha puesto. El que es paciente triunfa, el impaciente
fracasa.
Dios tiene grandes cosas para los que le buscan.
Pero todo tiene su tiempo, el cual hay que guardarlo sin protestas ni
contiendas. En el Señor hay que esperar. Él sabe el cuándo, donde, y por qué de
las cosa. Él sabe lo que nos conviene y lo que no. Así que… no te desesperes.
Espera en el Señor, trabaja fuerte, sigue el camino que has puesto por meta,
pero sin correr a la prisa, porque te puedes cansar, fatigar y desanimar, y no
podrás llegar a la meta final.
Tú no puedes pedirle algo al Señor y esperar una
respuesta rápida, tienes que esperar.
No te desesperes, el Señor está contigo.
Solamente ora y pídele dirección, y él te ayudará… a su tiempo.
Hebreos 10:36 porque os es necesaria la paciencia, para que
habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
Santiago1:4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para
que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
2 Pedro 1:6-7 al conocimiento, dominio propio; al dominio
propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al
afecto fraternal, amor.
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