La Ancianita - Preocúpate por el necesitado
La anciana campesina caminaba
lentamente, cargando con dificultad un atado de leña para alimentar una hoguera
en la que cocinaba. Su rancho era un pedazo de techo caído sobre una pared,
formando un espacio triangular dentro de éste.
Un joven juez que en su tiempo
libre paseaba por el campo, se encontró con ella y conmovido por la edad y las
condiciones en las que vivía la humilde mujer, decidió buscar la manera de
ayudarla.
La señora hablaba en forma
alegre y determinada, le contó al juez que comía de lo que crecía en la granja,
que tenía algunas gallinas y una vaca que le producían lo indispensable. No
había tonos de queja ni de carencia en la conversación de la anciana, todo lo
contrario, sus palabras estaban plenas de gratitud y esperanza.
Después de
haber conversado un buen rato, el juez le preguntó a la campesina:
-Disculpe señora, ¿hay alguna
forma en la que la pueda ayudar? ¿Tal vez ropa, o medicinas? Si en algo puedo
colaborarle solo dígame y con gusto haré lo que pueda.
La anciana guardó silencio por
un momento, y finalmente respondió:
-Muchas gracias, en realidad
no necesito nada para mí, pero sí para el viejito.
- ¿El viejito? -, preguntó el
juez.
-Sí -continuó la señora-, está
muy enfermo, está adentro en la casa, ya no se puede ni parar, tiene muchos
dolores, me toca hacerle todo porque el pobre no puede ni moverse.
- ¿Y qué tiene su esposo? -
replicó el juez, sorprendido.
- No es mi esposo -respondió
la anciana-, es un viejito que encontré desamparado y ¿cómo lo iba a dejar
solito? Por eso desde hace como dos años que lo estoy cuidando.
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¿Cuántas veces te has
preocupado por los necesitados?
La humanidad ha estado tan
preocupada por los problemas que les acarrean a diario, por las deudas, la mala
economía, y todos los asuntos que se les presentan, que se olvidan que a su
lado hay alguien que tiene un problema mayor.
Hay quienes se sienten ser muy
religiosos, a los cuales Dios les ha bendecido en gran manera, pero cuando se
les presenta una situación humanitaria no prestan la ayuda. Mas luego van al
templo y comienzan a pedirle a Dios por los necesitados y los perdidos en el
espíritu.
Miren lo que dice la palabra de Dios en el libro de 1 Juan 3:17 “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener
necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”. Esto
demuestra que el amor de Dios no está en ellos, que ellos solo van a la iglesia
por el que dirán, o talvez porque saben que Dios existe y que la palabra dice
que no podemos dejar de congregarnos. Pero, ¿De qué nos vale congregarnos y
buscar de Dios, y olvidarnos de aquellos que necesitan de nosotros?
Fíjense lo que dice la palabra de Dios en el
libro de Santiago 1:27 “La religión pura y sin mácula delante de
Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus
tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.” Nuestro deber es
preocuparnos por los demás, y guardarnos de no ensuciarnos con las cosas de
este mundo.
Dios se encarga de cada uno de
nosotros; él nunca nos deja desamparados. Pero hay quienes tienen la necesidad
de acercarse a Él, y no saben cómo. Hay quienes necesitan que alguien les hable
del Señor, y no solo que le hablen, sino que también les muestra, con su propio
ejemplo, lo que es vivir en el Señor; que ellos sientan ese amor verdadero que
viene de Dios.
No permitamos que nuestro gozo
en el Señor se nos apague por la desobediencia. Mantengamos el amor de Cristo
en nuestros corazones, y presentémosle ese amor a los que nos rodean.
Alguien escribió: “Nadie es
tan pobre que no pueda dar, nadie es tan rico que no necesite recibir.”
Santiago 2:14-17
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno
dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o
una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y
alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais
las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la
fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Hechos 20:35
En todo os he enseñado que, trabajando así,
se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que
dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
Deuteronomio 15:11
Porque no faltarán menesterosos en medio de
la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al
pobre y al menesteroso en tu tierra.
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