Sólo Hechos (No Juzguez sin investigar)
Hubo una vez un hombre que, John Wesley, calificó de miserable, por lo
que profesaba poco respeto hacia él. Se sentía superior a este hombre y en una ocasión, en la que aportó muy
poco a una respetable organización de caridad, Wesley lo criticó abiertamente.
No mucho tiempo después, el caballero visitó a Wesley. Este último quedó sorprendido al escuchar a
aquel hombre, a quien había catalogado como tacaño, y que ya por varias semanas
venía con sus continuos improperios. Le
contó que tiempo atrás, contrajo grandes deudas, pero desde su conversión,
decidió pagar hasta el último céntimo a sus acreedores. También le explicó que, por ello, no compraba
nada para su satisfacción personal y gastaba sólo en lo más elemental.
“Cristo me ha convertido en un
hombre honesto, - dijo -, y por tener
que enfrentar tantos compromisos, puedo dar muy pocas ofrendas adicionales a
diezmo. Tengo que saldar toda
responsabilidad con mis vecinos seculares. y mostrarles que la gracia de Dios
puede obrar en el corazón de un hombre que una vez fue deshonesto.”
Entonces Wesley ofreció disculpas a aquel hombre y le pidió perdón.
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¿Has juzgado a alguien, sin haber investigado su vida o situación
primero?
Es fácil para la gente juzgar, sin primero investigar. Hay quienes, ni
siquiera, les interesa investigar. Ellos se programan mentalmente, y no hay
quien los saque de ese falso pensamiento. Creen tanto en lo que piensan, que,
aunque le demuestres lo contrario a sus pensamientos, piensan que es una falsa,
y que ellos son los que tienen la razón.
¿Qué sería de nosotros si Dios nos juzgara de la misma forma que
nosotros juzguemos a los demás? Nadie se salvaría.
La gente juzga, aun, a los que hacen lo mismo que ellos. Solo que ellos
se justifican para que no se encuentre culpa alguna en ellos. Dice el libro de Romanos 2:1-3 “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que
juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que
juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que
practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que
juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de
Dios?” Aquí, Pablo, les está mostrando que él sabía que muchos de los que
están murmurando y juzgando a los demás, están haciendo lo mismo que el juzgado
hace, solo que ellos no tienen quien murmure de ellos. Por eso dice en Mateo 7:3 “¿Por qué, pues, miras la paja en el ojo de tu hermano y no consideras
la viga en tu propio ojo?” En esta tierra, todos tenemos defectos, por lo
tanto eso no nos da el derecho a juzgar a los demás.
¿Cómo te sentirías si te enteras que alguien te juzgó sin ninguna razón,
habló falsedades acerca de ti, regó un falso comentario, y ahora tienes que
comprobar que lo que dijeron de ti no es cierto, sino una mala interpretación?
Así mismo se siente aquel a quien tú juzgas. La persona a quien juzgan
injustamente se siente humillada, y fuera de lugar. No quiere mirar a nadie, ni
hablar con nadie, porque si dice la verdad, la gente comentará que lo único que
hace es defendiéndose; pero seguirán creyendo en el falso comentario, para
poder seguir juzgando.
Estas cosas las vemos, aún, en el pueblo cristiano. Las iglesias
juzgando a las otras. Unas piensan ser mejores que las otras. Cristianos que
piensan ser más santos que otros. Y un sinfín de cosas en muchos cristianos,
que uno no puede ni creer que esos comentarios vienen de los labrios de los
hijos de Dios.
Encontrarle las faltas a los demás, es muy fácil. Ir por la calle y
juzgar a la gente que nos rodea, es muy sencillo. Mirar a la gente por encima
de los hombros se puede hacer sin ningún problema. Pero, ¿Qué dirá Dios de ti,
que te places en juzgar a los demás?
Dios quiere que seamos justos en nuestros tratos con los demás. No juzguemos,
para que no seamos juzgados. Porque, aunque parece como si supiéramos las
cosas, más adentro existen cosas que no conocemos.
Mateo 7:1-2 No juzguéis, para que no seáis juzgados.
Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que
medís, os será medido.
Lucas 6:37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no
condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
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