El Pronóstico - Ante la enfermedad
Una joven madre a quien le habían diagnosticado una
forma de cáncer tratable regresó a casa del hospital, sintiéndose incómoda por
su apariencia física y la pérdida del cabello ocasionada por las radiaciones.
Cuando se ubicó en una de las sillas de la cocina, su hijo apareció
silenciosamente en el lugar, estudiándola con curiosidad.
Cuando su madre comenzó el discurso que había
preparado para ayudarle a comprender lo que veía, el niño vino corriendo, se recostó
sobre ella, puso su cabeza contra su pecho y se aferró a ella. Su madre decía
en ese momento: “Y dentro de un tiempo, ojalá pronto, luciré como antes y
entonces estaré mejor”.
El niño se enderezó pensativo. Con la franqueza de sus
seis años, respondió sencillamente: “Diferente cabello, el mismo corazón”.
Su madre ya no tuvo que esperar un tiempo para
sentirse mejor. Ya estaba mejor.
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¿De qué tiene que preocuparse una madre que ha dado el
todo por sus hijos?
Yo tengo un pensamiento muy especial referente a las
madres. Siempre he pensado que cuando un ser humano pierde a su padre, esa
persona, sufre mucho su partida, y más aún si ese padre ha sido de mucho apoyo
y ejemplo. Pero cuando esa persona pierde a su madre, el dolor es mucho mayor.
No porque quiera a la madre más que al padre, sino porque esa es la persona que
nos ató a su cuerpo por varios meses para darnos vida, la que nos trajo al
mundo, la que decidió no abortarnos, la que pasó noches en velas cuando nos
enfermábamos, la que la mayor parte del tiempo tuvimos a nuestro lado mientras
nuestro padre trabajaba; la lista sería muy larga. Ese amor es incomparable.
Hoy día, ha aumentado la cantidad de enfermedades del cáncer
y otras enfermedades en el mundo. Pero el promedio mayor de las enfermedades se
encuentra en las mujeres. Podemos ver una gran cantidad de mujeres sufriendo del
cáncer de mama; una enfermedad que ha acaparado a tantas mujeres, la cual va
aumentando cada año. Pero eso no ha impedido a que las mujeres puedan seguir
hacia delante. He sabido de mujeres que le han ganado la batalla al cáncer, y
hoy día viven una vida llena de felicidad junto a sus seres queridos.
En medio del dolor de la enfermedad de una madre se
encuentra el dolor y sufrimiento de los hijos. Nadie quiere perder a su madre,
aunque ella viva lejos de nosotros. El solo hecho de saber que podemos ir a
visitarla en cualquier momento, o poder llamarla y escuchar su voz, eso es más
que suficiente para darnos felicidad.
La sabiduría de Dios es inmensa. Él hiso que el ser
humano sea engendrado por un hombre, porque la mujer no puede engendrar por si
sola. Sin embargo, para que el ser humano se pueda procrear, necesita del
vientre de una mujer, porque el hombre no tiene vientre. Eso es un circulo que
crea, lo que muchos sabemos, una familia.
Dios nos ha dado un gran tesoro llamado madre. Por
eso, en medio de la enfermedad y la vejez, tenemos que cuidarla y darle el
mismo amor que ella nos dio cuando nos criaba. No hay que esperar a la
enfermedad para demostrarle que la amamos. Pero, no solo a la madre, también al
padre amoroso que se preocupa por su hogar y los suyos, merece que le
demuestren ese amor. Ese es el amor que Dios quiere que habite en nosotros y en
nuestro hogar.
Proverbios 31:28 Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; Y su marido también
la alaba.
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