Seamos Ejemplo
Un capellán se aproximó a un herido
en medio del fragor de la batalla y le preguntó:
– ¿Quieres que te lea la Biblia?
– Primero dame agua que tengo sed - dijo el herido.
El capellán le convidó el último trago
de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la
redonda.
– ¿Ahora? - preguntó de nuevo.
– Primero dame de comer. - suplicó el herido.
El capellán le dio el último
mendrugo de pan que atesoraba en su mochila.
– Tengo frío. - fue el siguiente clamor. Y el hombre de Dios se
despojó de su abrigo de campaña pese al frío que calaba y cubrió al lesionado.
– Ahora sí, - le dijo al capellán. Háblame de ese Dios que te hizo darme tu última agua, tu último
mendrugo, y tu único abrigo. Quiero conocerlo en su bondad.
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¿Cuántas veces han venido hacia ti
para darte un consejo, o hablarte del Señor, y la persona que vino no demuestra
ser una persona que vive lo que te está hablando?
¡Que muchos consejeros tiene este
mundo! ¡Que mucha gente de gran corazón! Lo triste de todo eso es que esa
persona que tiene palabras de sabio y un corazón lleno de amor no practica
ninguna de las cosas que te dice. No vive de la forma que te aconseja vivir.
Eso no quiere decir que su consejo no sea válido, ni que tengas que hacerle
caso omiso. Talvez sea el mejor consejo que hayas recibido, pero vino de los
labios equivocados, y por eso no sabes si seguir sus consejos o no.
Imagínate que vas a la ventanilla de
un restaurante de comida rápida y cuando llegas a la ventanilla te entregan tu
comida en una bolsa de echar la basura. La bolsa está limpia, nueva, nunca se
ha usado para otra cosa, pero decidieron poner la comida ahí. ¿Qué harías? ¿Te
comerías la comida, puesto que la bolsa se ve limpia, o la rechazarías solo
porque la comida no viene en una bolsa adecuada que te inspire confianza?
No podemos pretender ser los mejores
consejeros si no vivimos lo que aconsejamos. No podemos ser vistos como ejemplo
para los demás si nuestra conducta va a la contraria de lo que debe ser.
Hay quienes te aconsejan que vayas a
la iglesia, pero ellos no van. Hay quienes te aconsejan que veas más seguido al
médico, pero ellos no lo hacen. Entonces, ¿De qué vale el consejo, por mejor
que sea?
El Señor trajo un mensaje a este
mundo para que el mundo se arrepintiese y decida entregarle su corazón, y vivir
de una manera agradable a Dios. Pero antes de llevar el mensaje él lo vivió.
Todo lo que hablaba, él lo vivía. Su conducta era intachable, nunca le hizo mal
a nadie, y sus consejos eran para el bien de los demás. Por eso cuando lo
llevaron antes los tribunales ninguno encontraba de que acusarle.
En una ocasión yo hablaba con un
joven, el cual estaba casado, y hablábamos acerca del matrimonio. En ese
momento llegó una persona que había tenido una mala experiencia, debido a que
no le fue fiel a su mujer destruyó su hogar, y quiso aconsejarle a este joven
que no mirara las mujeres ajenas. La reacción de este joven era de esperarse,
rápidamente dijo “tu no me des consejos porque tú viviste mal, deja que sea
Pepe el que me hable”. Yo entendí la razón por la cual el joven no quiso
escucharlo, pero también entendía que esta persona quería llevar un consejo
para que este joven no pasara por lo que él pasó. Su consejo podía ser de mucho
valor, pero fue rechazado. ¿Por qué? Porque no venía de una persona que viviera
el ejemplo que quería aconsejar.
El Señor quiere que seamos de
ejemplo para el mundo; que llevemos su palabra y bendiciones a los que nos
rodean. No lo podemos hacer si no vivimos de la manera que a Dios le agrada, ni
de la forma que nos enseña la palabra de Dios. Cualquiera puede decirte “Dios
te bendiga, busca de Dios, órale a Dios, ve a la iglesia, aleluya” … etc. Pero esas palabras sonarán como hipócritas
delante de Dios, porque salen de labios que no viven lo que predican.
Seamos de buen ejemplo. Vivamos de
una forma que la gente no tenga la menor duda de lo que somos. Que cuando
hablemos, crean nuestras palabras. Si queremos hablar de Dios, tenemos que
vivir para él.
1 Timoteo 4:12
Ninguno tenga en poco tu juventud, sino
sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
Efesios 5:15-16 Mirad, pues, con diligencia cómo
andéis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque
los días son malos.
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