Nuestras Posesiones
Un hombre murió, y vio que se acercaba Dios y que llevaba una maleta consigo.
Dios le dijo, - “Bien hijo es hora de irnos.” El hombre asombrado preguntó, - “¿Ya? ¿Tan pronto? Tenía muchos planes que realizar.”
- Lo siento pero es el momento de tu partida, dijo Dios.
- ¿Que traes en la maleta? preguntó el hombre. Y Dios le respondió, “Tus pertenencias.”
- ¿Mis pertenencias? ¿Traes mis cosas, mi ropa, mi dinero? Dios le respondió, - Eso nunca te perteneció, eran de la tierra.
- ¿Traes mis recuerdos? - Esos nunca te pertenecieron, eran del tiempo.
- ¿Traes mis talentos? - Esos no te pertenecieron, eran de las circunstancias.
- ¿Traes a mis amigos, y a mis familiares? - Lo siento, ellos nunca te pertenecieron, eran del camino. - ¿Traes a mi mujer y a mis hijos? - Ellos nunca te pertenecieron, eran de tu corazón.
- ¿Traes mi cuerpo? - Nunca te perteneció, ese era del polvo.
- ¿Entonces traes mi alma? – No. Esa es mía.
Entonces el hombre lleno de miedo, le arrebató a Dios la maleta y al abrirla se dio cuenta que estaba vacía. Con una lágrima de desamparo brotando de sus ojos, el hombre dijo: - ¿Nunca tuve nada? - Así es. - dijo Dios. Cada uno de los momentos que viviste fueron solo tuyos. La vida es solo un momento.
Hoy día la gente vive desesperada por tenerlo todo, por abarcar lo más que puedan, para así sentirse contentos en la vida, y más que todo, sentirse realizados. No es que sea malo o pecado tener mucho, pero cuando se llega el momento en que le damos la espada a todos, o cuando nos olvidamos del necesitado, se nos olvida que hoy estamos vivos, pero mañana no sabemos.
Hay quienes se preocupan de lograr lo que no pueden, con tal de tenerlo, y entran en grandes deudas que no pueden pagar, solo porque querían algo que no estaba a su alcance. Y se les olvida que lo que tengamos en este mundo, no se irá con nosotros el día que partamos de aquí.
Dice la palabra en 1 Timoteo 6:6-10 “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”
Después de leer ese texto, entiendo que ¿De qué me vale desesperarme por tener mucho, si en un momento dado me puedo ir de aquí, y todo se va a quedar? No es que sea pecado, por eso dije la palabra “desesperarme”, porque una cosa es que me esfuerce, atienda mis necesidades mayores, atienda a los míos, y entonces poco a poco logre lo que buscaba, a que yo me desespere y me olvide de todo y de todos, por lograr lo que quiero, aún olvidándome de lo más importante; Dios.
Dios conoce nuestras necesidades. Él reconoce nuestros esfuerzos, y por lo tanto nos bendice de forma supernatural, que uno mismo se sorprende. Pero eso él lo hace cuando nosotros le demostramos que nuestro primer interés es el de agradarle a él, el de servirle a él, el de preocuparnos por su obra, el de preocuparnos por los demás y sus necesidades. Entonces el abre las ventanas de los cielos, y nos llena de bendiciones. No te preocupes por lo que deseas tener, solamente lucha por lograrlo, pero sin olvidarte de aquel que te da las fuerzas y te ayuda en todo; nuestro Señor Jesucristo.
Filipenses 4:6-7 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Dios le dijo, - “Bien hijo es hora de irnos.” El hombre asombrado preguntó, - “¿Ya? ¿Tan pronto? Tenía muchos planes que realizar.”
- Lo siento pero es el momento de tu partida, dijo Dios.
- ¿Que traes en la maleta? preguntó el hombre. Y Dios le respondió, “Tus pertenencias.”
- ¿Mis pertenencias? ¿Traes mis cosas, mi ropa, mi dinero? Dios le respondió, - Eso nunca te perteneció, eran de la tierra.
- ¿Traes mis recuerdos? - Esos nunca te pertenecieron, eran del tiempo.
- ¿Traes mis talentos? - Esos no te pertenecieron, eran de las circunstancias.
- ¿Traes a mis amigos, y a mis familiares? - Lo siento, ellos nunca te pertenecieron, eran del camino. - ¿Traes a mi mujer y a mis hijos? - Ellos nunca te pertenecieron, eran de tu corazón.
- ¿Traes mi cuerpo? - Nunca te perteneció, ese era del polvo.
- ¿Entonces traes mi alma? – No. Esa es mía.
Entonces el hombre lleno de miedo, le arrebató a Dios la maleta y al abrirla se dio cuenta que estaba vacía. Con una lágrima de desamparo brotando de sus ojos, el hombre dijo: - ¿Nunca tuve nada? - Así es. - dijo Dios. Cada uno de los momentos que viviste fueron solo tuyos. La vida es solo un momento.
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Hoy día la gente vive desesperada por tenerlo todo, por abarcar lo más que puedan, para así sentirse contentos en la vida, y más que todo, sentirse realizados. No es que sea malo o pecado tener mucho, pero cuando se llega el momento en que le damos la espada a todos, o cuando nos olvidamos del necesitado, se nos olvida que hoy estamos vivos, pero mañana no sabemos.
Hay quienes se preocupan de lograr lo que no pueden, con tal de tenerlo, y entran en grandes deudas que no pueden pagar, solo porque querían algo que no estaba a su alcance. Y se les olvida que lo que tengamos en este mundo, no se irá con nosotros el día que partamos de aquí.
Dice la palabra en 1 Timoteo 6:6-10 “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”
Después de leer ese texto, entiendo que ¿De qué me vale desesperarme por tener mucho, si en un momento dado me puedo ir de aquí, y todo se va a quedar? No es que sea pecado, por eso dije la palabra “desesperarme”, porque una cosa es que me esfuerce, atienda mis necesidades mayores, atienda a los míos, y entonces poco a poco logre lo que buscaba, a que yo me desespere y me olvide de todo y de todos, por lograr lo que quiero, aún olvidándome de lo más importante; Dios.
Dios conoce nuestras necesidades. Él reconoce nuestros esfuerzos, y por lo tanto nos bendice de forma supernatural, que uno mismo se sorprende. Pero eso él lo hace cuando nosotros le demostramos que nuestro primer interés es el de agradarle a él, el de servirle a él, el de preocuparnos por su obra, el de preocuparnos por los demás y sus necesidades. Entonces el abre las ventanas de los cielos, y nos llena de bendiciones. No te preocupes por lo que deseas tener, solamente lucha por lograrlo, pero sin olvidarte de aquel que te da las fuerzas y te ayuda en todo; nuestro Señor Jesucristo.
Filipenses 4:6-7 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
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